martes, 4 de octubre de 2011

La ley del embudo entre Washington y La Habana



No parece convincente el argumento de que la tiranía invitó al gobernador Bill Richardson a Cuba con el propósito premeditado de hacerle una grosería. Y que esto era parte de un plan para demostrar que el castrismo rechaza un acercamiento con los Estados Unidos.

Esa fue la conclusión del gobernador, acogida por quienes insisten en que ese régimen teme a un acuerdo con los Estados Unidos. Creemos que los Castro necesitan y quieren un arreglo pero en sus términos, los de la ley del embudo, lo ancho para ellos y lo estrecho para Washington.

Por esta razón pasaron más de un año cultivando las esperanzas de Richardson sobre la posible liberación del Ingeniero Alan Gross. Era una trampa. El gobernador era un medio para llegar a los oídos de Obama.

La insistencia de Obama en la liberación de Gross hizo creer a Raúl y a lo que queda de Fidel que el presidente estadounidense estaría dispuesto a pagar casi cualquier precio. Una vez más se equivocaron.

¿Por que creyeron en Cuba que Gross era tan importante para Obama? Por la chochera de la gerontocracia y por un error estratégico del presidente.

En uno de los debates a la nominación del partido demócrata Hillary Clinton refutó al precandidato Obama. Le advirtió que un presidente de los Estados Unidos no debía negociar con una dictadura sin condiciones previamente acordadas por los funcionarios estadounidenses con ese gobierno. Si ese prerrequisito no se cumplía, se estaría brindando gratuitamente credibilidad al dictador.

Obama escogió a Hilary Clinton como Secretaria de Estado, pero no le hizo caso a su consejo. El quería demostrar que su carisma también lograba convencer a los tiranuelos antiyanquis del mundo que era mejor entenderse con un presidente amistoso en Washington. No le ha resultado con la dictadura iraní ni con la castrista. No le resultará con ninguna.

La situación la ha expuesto en forma muy precisa Mary Anastasia O'Grady en un artículo reciente en el Wall Street Journal: “El deseo de Obama de llegar a un acuerdo ha sido interpretado como debilidad de parte de un régimen matón”. Frank Calzón lo había advertido con anterioridad.

Los Castro desde el principio creyeron que Obama era débil. En el mundo de los guapetones así se interpreta un mensaje enviado por Obama por medio del presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero: “Decidle a Raúl que si él no da pasos tampoco yo podré darlos… que comprendemos que no se puede cambiar las cosas de la noche a la mañana, pero que, pasados unos años, cuando se mire hacia atrás, debe quedar claro que éste fue el momento en el que empezaron los cambios’’.

Es claro que Obama está interesado en que la historia le atribuya el inicio del descongelamiento de las relaciones con el régimen cubano. Los Castro vieron en ese interés un flanco débil en el presidente.

Como ellos se han creído que son el ombligo del mundo, se ofendieron cuando se dieron cuenta de que Richardson no estaba en La Habana dispuesto a ceder ante todo lo que ellos querían que Obama les concediera.

La vulgaridad y el chantaje es el lenguaje de maleantes. De ahí la grosería hacia al gobernador Richardson, representante de Obama. En ese universo al que se deja una vez le dan dos veces. Por eso con los matones o no se trata o se trata diferente.

1 comentarios:

Carlos Bello González dijo...

Eso es bueno que le pase por ir a Cuba a seguirles el jueguito de los malditos Castro. No sé hasta cuando vana seguir con la estupidéz de estar con paños tibios hacia Cuba

6 de octubre de 2011, 7:14

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