viernes, 23 de abril de 2010

SÓLO POR QUINTA AVENIDA


La policía de Seguridad del Estado limitó a las Damas de Blanco para que marchen unas pocas cuadras por la 5ta Avenida en el reparto Miramar. Las razones para tal imposición son obvias. El gobierno teme que cunda el ejemplo dado por estas mujeres, por esto, trata de limitarlas al espacio celosamente restringido de una de sus zonas congeladas.


La 5ta Avenida nace en la desembocadura del río Almendares. Se extiende desde el llamado Túnel de Miramar, hasta las inmediaciones de Jaimanitas en la vecindad de Punto Cero. Es zona consagrada de embajadas y privilegios. Desde una punta a otra, a esta arteria le falta honradez, cubanía y calor de pueblo. En otros tiempos fue la vía primada para los misteriosos y bien custodiados desplazamientos del Comandante por la capital. Un sitio ideal para deshojar gladiolos, maltratar mujeres y violentar primaveras.


En 5ta Avenida se ubica el museo consagrado a glorificar la represión y la consolidación de la tiranía castrista, en lo que fuera la primera sede de la policía de Seguridad del Estado. Allí estuvo, antes que se desplazara a Villa Marista en La Víbora, donde permanece hasta hoy y hasta que Cuba lo soporte.


También está la tarja conmemorativa que rinde tributo a un policía muerto en un fuego cruzado entre los suyos y que fue preludio a los sucesos de Mariel en lo que fuera la sede diplomática de Perú. Este es un mausoleo frío, que parece guardar la mortaja maloliente del derecho de asilo, fusilado por el régimen en medio de aquellas jornadas. Un escándalo consagrado por la anuencia o al menos el silencio de la OEA primero y después, de los Estados Unidos.


Sorpresivamente, el pasado domingo, el gobierno de La Habana cambió de parecer. Temerosos de que un grupo reducido de mujeres, ¡desestabilice! al régimen, un oficial de la policía de Seguridad del Estado, les negó el derecho a expresarse en las calles de La Habana, que son de Fidel Castro. Con la asistencia de las turbas pagadas de siempre, traídas por la Seguridad del Estado, las Damas fueron obligadas a subir a un ómnibus que las alejó de la escena.


Impedir a estas mujeres manifestarse y exigir la libertad de sus familiares injustamente encarcelados, constituye la primera necesidad del régimen militar en estos momentos. Esto contrasta con la campaña demencial y falta de sustentación que este mismo gobierno lleva adelante con las llamadas Damas de Castro.


Las Damas de Castro son las esposas, madres y demás parientes de los cinco agentes del Ministerio del Interior castrista, juzgados y condenados en los Estados Unidos, luego de ser capturados y hallados culpables de un delito flagrante de espionaje. Estas damas llevan una vida de privilegios, casi al nivel de la que disfruta la élite de poder castrista. Hasta el momento, han consumido más de diez millones de dólares del presupuesto negro que el régimen consagra a sus campañas de propaganda a lo largo del mundo.


Estas damas del poder viajan por el mundo entero, desde Sudáfrica hasta Finlandia, Asia, América, Oceanía y Australia incluidas. Han recibido todas las prebendas imaginables y forman parte del aparataje propagandístico que despliega el régimen a lo largo del mundo.


Cuando el régimen militar cubano se empeña con todo su poder para cortar desde la raíz el esfuerzo y el tesón de las Damas de Blanco, demuestra cuanto teme al pueblo y a estas valientes mujeres. Ojalá que las últimas decisiones adoptadas por este régimen, contra estas valientes mujeres, se conviertan en acicate y elementos para que más temprano que tarde, se vean prestigiadas con el Premio Nobel de la Paz. Lo merecen.

Editorial 114 de Primavera Digital

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