miércoles, 2 de febrero de 2011

DEL CAIRO A LA HABANA: EL EFECTO TUNECINO (2)


Nadie puede desconocer la importancia de la influencia internacional en un conflicto como el egipcio, en el caso de una revuelta popular en Cuba también será decisivo.

Si los líderes europeos, como Angela Merkel y el gobierno de los Estados Unidos no hubieran presionado en público y en privado a Mubarak para que evitara el uso de la fuerza contra los manifestantes, la policía habría disparado sin piedad contra una población desarmada y sin organización.

Una agresión así habría profundizado el abismo entre el pueblo y el régimen egipcio. El mundo se habría escandalizado por unas semanas, pero la revuelta habría fracasado.

Este fue el caso de Irán en el 2009, donde quienes protestaban contra el régimen teocrático estaban más organizados que en Egipto y fueron aplastados. Nadie recuerda los muertos, ni los hombres y mujeres violados en las cárceles iraníes.

Aunque Washington ha expresado su preferencia por una transición democrática, respaldando las peticiones de la juventud y exigiendo a Mubarack que inicie en forma inmediata sus promesas de cambio, quizás existan otros planes.

La insistencia de Mubarack en quedarse hasta las elecciones de setiembre es una señal muy seria, agravada por la violencia de grupos “pro Mubarack” que han aparecido de la nada y con la tolerancia del ejército han agredido a los manifestantes pacíficos.

Estos grupos son similares a las “turbas” organizadas por seguridad del estado en Cuba que, con varillas escondidas atacaron a las manifestantes desarmados del Maleconazo en el 1994. Es obvio que esto es un plan de Mubarack con el propósito de crear el caos que justifique la represión contra el movimiento democrático.

Es difícil de explicar la inacción inicial del ejército, a menos que hayan recibido órdenes de no intervenir para que la violencia impere y luego tener una justificación para actuar. El ejército, que ha estado controlando el ingreso de los manifestantes a los lugares de protesta, parece haber cambiado las reglas de juego.

Es difícil creer que el gobierno de los Estados Unidos desconociera la maniobra que preparaba en secreto Mubarack. Seria injustificable que Obama no condene lo que está sucediendo. Debería tomar acciones concretas para respaldar a los manifestantes pro democracia y frenar a Mubarack; sino, Washington se arriesga a ser acusado de tener dos caras.

Esto no debe extrañarnos. En el caso cubano el gobierno de Obama parece más interesado en que el castrismo continúe en el poder y dicte los términos y el tiempo de una transición.

La semana pasada la congresista Ileana Ros-Lehtinen dijo en CNN que Obama era una buena persona y quería la libertad de Cuba pero aclaró que él era “inocente” a la hora de lidiar con ese régimen.

Además de la “inocencia” de Obama hay que tener en cuenta que la “estabilidad” y no la defensa de los derechos humanos es la prioridad de las grandes potencias. El caso de Egipto podría ser otro triste ejemplo, como lo ha sido hasta ahora el de Cuba.

Continuará…

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