BIDEN ECHANDO AGUA A UN BALDE ROTO
La reciente decisión de la administración Biden de retirar a la dictadura en Cuba de la lista de patrocinadores estatales del terrorismo a cambio de la liberación de 553 presos políticos plantea serias preguntas sobre su impacto real y el costo diplomático de este gesto. Aunque la liberación de prisioneros es sin duda un alivio para las familias afectadas, el trasfondo de este acuerdo deja en evidencia un intercambio desigual y, en muchos aspectos, simbólico, que beneficia más al régimen castrista que al pueblo cubano.
Un gesto vacío en un contexto represivo
El régimen castrsita, conocido por su aparato de represión sistemática, utiliza la detención arbitraria como una herramienta para mantener el control social y perpetuar el miedo entre la población. Las estimaciones sugieren que más de 1,000 presos políticos permanecen encarcelados, y cada mes se detienen a docenas de personas por expresar su descontento con el gobierno. Además, el número de detenciones arbitrarias diarias por "protestas menores" o "comportamientos inapropiados" refleja la naturaleza constante y abrumadora de la represión.
En este contexto, liberar a 553 presos es como vaciar un balde de agua que se sigue llenando sin cesar. Cada uno de estos presos puede ser reemplazado en cuestión de días o semanas, gracias a un sistema que criminaliza cualquier acto de disidencia o simple protesta ante los abusos cotidianos de las autoridades. Mientras el aparato represivo permanezca intacto, el impacto real de esta liberación será mínimo, tanto para la población cubana como para el panorama político internacional.
El costo diplomático del acuerdo
El régimen cubano obtiene un triunfo significativo con esta decisión. Ser retirado de la lista de patrocinadores estatales del terrorismo no solo reduce el estigma diplomático, sino que también abre la puerta a la posibilidad de alivios financieros y comerciales. Bancos e instituciones internacionales, que antes evitaban cualquier vínculo con Cuba por temor a sanciones, podrían reconsiderar sus políticas.
Sin embargo, Estados Unidos, a cambio de este gesto, recibe poco más que una liberación simbólica de presos que ni siquiera representa un compromiso real con el respeto a los derechos humanos. El castrismo mantiene intacto su aparato represivo, y no hay indicios de que este acuerdo marque el inicio de reformas estructurales o un cambio de dirección política.
Beneficios para el castrismo, no para el pueblo
La decisión también refuerza la narrativa del régimen, que puede presentarse como una víctima de las sanciones y al mismo tiempo como un "negociador eficaz" en la arena internacional. Para el pueblo cubano, que enfrenta la peor crisis económica en décadas, la escasez de alimentos y medicinas, y apagones constantes, este acuerdo no trae alivio tangible. El miedo sigue siendo la herramienta principal del gobierno para mantener el control, y el mensaje es claro: el régimen puede negociar a nivel internacional sin ceder ni un ápice de su poder interno.
Un error estratégico de la administración Biden
Desde la perspectiva de Estados Unidos, este acuerdo representa una concesión diplomática significativa sin garantías de progreso real. Al "premiar" al régimen con la eliminación de su designación como patrocinador del terrorismo, la administración Biden debilita la presión internacional sobre el gobierno cubano y socava las demandas de democratización y respeto a los derechos humanos.
Conclusión: Una gota en un balde roto
El generoso acuerdo de Biden con el castrismo es un gesto que, en el mejor de los casos, aporta alivio temporal a 553 familias, pero no aborda las raíces de la represión ni mejora las condiciones de vida del pueblo cubano. Mientras el régimen continúe llenando el balde con detenciones arbitrarias y manteniendo un estado de terror, este tipo de gestos no serán más que una gota en un balde roto: simbólicos, pero ineficaces.
Si Estados Unidos realmente busca apoyar al pueblo cubano, necesitaría adoptar una estrategia que combine presión diplomática y económica sostenida, apoyo a los derechos humanos y un enfoque que defienda la integridad física de los cubanos ante la represion por sus exigencias y acciones a favor de un cambio de régimen. Los gobiernos democráticos del mundo, especialmente los de este continente deben comprometerse a dar la asistencia que sea necesaria al pueblo cubano para que alcance su libertad.
Huber Matos Araluce
San José, Costa Rica
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