jueves, 5 de junio de 2025

CUANDO EL ESTUDIANTE SUPERA AL MAESTRO: UCRANIA REESCRIBE EL CAMPO DE BATALLA


 

 Por Huber Matos Araluce,  Junio de 2025

Desde el fracaso inicial de la invasión rusa fue evidente que Ucrania podría prevalecer sobre el invasor.  Cuando los Estados Unidos ofreció a Zelensky ayuda para sacarlo de Ucrania porque según sus servicios de inteligencia y sus políticos esperaban la caída de Kiev, su capital, en cuestión de días, no quedaba duda de que estaban sobrestimando el poderío ruso.  Estaban equivocados entonces y volvieron a caer en el mismo error hasta recientemente.  

Hace seis meses escribí: En enero Rusiaconfirma su desventaja.  Ahora Ucrania lo demuestra de nuevo. Durante mucho tiempo percibida como el desvalido en una lucha de David contra Goliat, Ucrania ha comenzado a desmantelar las suposiciones globales sobre sus capacidades—de manera más espectacular a través de la Operación Telaraña, una ofensiva con drones precisa y de gran alcance que infligió graves daños a la infraestructura aérea estratégica de Rusia.

Este ataque exitoso, lanzado desde territorio ruso, destruyó o inutilizó decenas de aeronaves, incluidos bombarderos de largo alcance esenciales para la campaña de misiles de Moscú. Pero las implicaciones van mucho más allá del daño físico: están transformando el pensamiento estratégico, alterando alianzas y redefiniendo lo que puede significar la victoria o la disuasión.

 De la dependencia a la autonomía

 El esfuerzo bélico de Ucrania ha dependido en gran medida de un apoyo occidental limitado y generalmente tardio—armas, dinero y respaldo diplomático. El presidente Donald Trump lo dejó claro en febrero, al decirle sin rodeos al presidente Zelensky: “Sin nosotros, no tienen cartas”. Pero Telaraña le ha dado a Ucrania una nueva mano—y la ha jugado con maestría.

Al organizar un ataque que penetró más de 4.000 kilómetros dentro del territorio ruso, utilizando drones modificados localmente, redes clandestinas de contrabando y sistemas de adquisición de objetivos impulsados por inteligencia artificial, Ucrania ha demostrado su capacidad de acción independiente e innovación tecnológica.  Resultado: la imagen de una Ucrania pasiva que solo absorbe agresiones está desapareciendo. Emerge una Ucrania más ágil, creativa y decidida, capaz de marcar el ritmo de la escalada.

 Replanteando la asimetría: cómo el débil se vuelve fuerte

Analistas militares en las capitales de la OTAN han quedado atónitos no solo por el alcance y la precisión de la operación, sino por su inteligencia y su oportunidad. El uso de drones de bajo costo y alta tecnología para atacar objetivos de miles de millones de dólares recuerda estrategias revolucionarias vistas en la guerra cibernética y en conflictos con drones en Oriente Medio. La asimetría entre costo y efecto es innegable.

Los ejércitos occidentales ahora se apresuran a reevaluar la vulnerabilidad de sus aeródromos—hasta ahora considerados seguros—y a repensar su propia exposición ante tácticas similares. Ucrania ha desencadenado, quizá sin proponérselo, una revisión doctrinal de la guerra moderna—sin necesidad de jets furtivos ni bombarderos estratégicos.

Inversión estratégica: cuando el estudiante supera al maestro

El impacto de la innovación táctica de Ucrania ha sido tan profundo que ahora está alterando la propia logística militar de Estados Unidos. El 4 de junio, el Pentágono notificó discretamente al Congreso que una tecnología crítica antidrone originalmente destinada a Ucrania será redirigida para proteger bases estadounidenses en Medio Oriente. Se trata de espoletas especiales utilizadas por las fuerzas ucranianas para derribar drones rusos—componentes clave en su sistema de defensa aérea terrestre—que ahora serán asignadas a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos bajo una orden de reubicación de emergencia.

Esta decisión no solo refleja la creciente preocupación de Washington ante las amenazas de drones iraníes o hutíes, sino que también subraya una realidad estratégica inesperada: Ucrania ha alcanzado una ventaja operativa en defensa contra drones que Estados Unidos está tratando de replicar. Lo que alguna vez fue tecnología transferida desde Occidente, hoy se ha convertido en una referencia que Occidente comienza a copiar.

Rusia a la defensiva—en casa

Para Rusia, el impacto no es solo material, sino psicológico. Perder aeronaves en su propio territorio, lejos del frente, golpea el núcleo de la narrativa de control de Putin. El daño al prestigio, sumado a la pérdida material de cerca de un tercio de sus portadores de misiles de crucero estratégicos, probablemente obligará a Rusia a redirigir sus defensas antiaéreas hacia el interior—lo que podría aliviar la presión sobre las ciudades e infraestructuras ucranianas.

Además, si Ucrania ha podido atacar profundamente una vez, puede hacerlo de nuevo. Esta incertidumbre perseguirá ahora a cada oficial logístico y general ruso. Obliga a redistribuir recursos, debilitando la superioridad casi total de la que Rusia disfrutaba.

Cambio en la ecuación diplomática

La reevaluación de la fortaleza ucraniana ya se está sintiendo en los círculos políticos de Occidente:

    Los aliados de la OTAN que dudaban en aumentar su apoyo—por temor a un uso imprudente—ahora ven a una Ucrania disciplinada, capaz y estratégicamente racional.

     Las restricciones sobre el envío de armamento de largo alcance podrían comenzar a flexibilizarse, a medida que crece la confianza en el criterio ucraniano.

     Estados neutrales podrían reconsiderar su postura, reconociendo a Ucrania como un actor militar creíble, no solo como una víctima que necesita ser rescatada.

Además, este giro debilita los argumentos internos de las voces pro-Kremlin que advertían contra “provocar” a Rusia. La Operación Telaraña demostró que la provocación no está en defenderse, sino en permitir la impunidad.

  ¿Qué viene ahora?

 La guerra está lejos de terminar, pero el terreno ha cambiado. Ucrania, antes vista como un receptor pasivo de la historia, ahora es un actor que la moldea activamente.  Esto no garantiza una victoria ucraniana, pero abre posibilidades estratégicas que no eran visibles hace apenas seis meses:

    Futuras operaciones podrían apuntar a depósitos de combustible, centros de mando o nudos ferroviarios estratégicos dentro de Rusia.   Kiev podría ganar influencia en las negociaciones de paz, con algo más que capital moral: ahora tiene iniciativa militar.  Si este éxito se repite o se escala, Rusia podría comenzar a preferir un conflicto congelado antes que arriesgarse a pérdidas aún mayores.

En su última conversación telefónica Putin le hizo saber a Trump que se vengará del ataque ucraniano.  Posiblemente lanzará un ataque masivo de drones y misiles contras la población civil.  Este anuncio es otra de sus matoneadas, que seguramente recibirá su respuesta de Ucrania.

 Conclusión

El mundo subestimó a Ucrania. Ahora debe reconsiderar no solo su estrategia de apoyo, sino su comprensión de cómo está evolucionando la guerra moderna. La guerra ya no es simplemente una prueba de resistencia—se está convirtiendo en una competencia de ingenio, y Ucrania ha demostrado ser una maestra inesperada en ese juego.  Como dijo recientemente un analista occidental:  “Rusia sigue siendo grande. Pero ahora Ucrania es impredecible—y eso puede ser aún más peligroso.”

 

San José, Costa Rica

 

When the Student Surpasses the Teacher: Ukraine Rewrites the Battlefield

 By Huber Matos Araluce, June 2025

Since the initial failure of the Russian invasion, it was evident that Ukraine could prevail over the aggressor. When the United States offered Zelensky help to evacuate him from Ukraine—because its intelligence services and political leaders expected the fall of Kyiv, the capital, within days—it was already clear they were overestimating Russian might. They were wrong then, and they made the same mistake again until very recently.

Six months ago I wrote: In January, Russia Confirms Its Disadvantage. Now Ukraine is proving it once more. Long perceived as the underdog in a David-and-Goliath fight, Ukraine has begun dismantling global assumptions about its capabilities—most spectacularly through Operation Spiderweb, a far-reaching and precise drone offensive that inflicted serious damage on Russia’s strategic air infrastructure.

This successful attack, launched from within Russian territory, destroyed or disabled dozens of aircraft, including long-range bombers essential to Moscow’s missile campaign. But the implications go far beyond physical damage: they are transforming strategic thinking, altering alliances, and redefining what victory or deterrence could mean.

From Dependency to Strategic Autonomy

Ukraine’s war effort has depended heavily on limited and generally delayed Western support—arms, money, and diplomatic backing. President Donald Trump made that clear in February, bluntly telling President Zelensky: “Without us, you have no cards.” But Spiderweb dealt Ukraine a new hand—and it played it masterfully.

By launching an attack that reached over 4,000 kilometers into Russian territory, using locally modified drones, clandestine smuggling networks, and AI-powered target acquisition systems, Ukraine has shown its capacity for independent action and technological innovation.

Result: the image of a passive Ukraine merely absorbing aggression is fading. A more agile, inventive, and determined Ukraine is emerging—one capable of setting the pace of escalation.

Rethinking Asymmetry: How the Weak Becomes Strong

Military analysts across NATO capitals have been stunned not only by the range and precision of the operation, but also by its intelligence and timing. The use of low-cost, high-tech drones to strike billion-dollar targets echoes revolutionary strategies seen in cyber warfare and Middle Eastern drone conflicts. The cost-effectiveness asymmetry is undeniable.

Western militaries are now scrambling to reassess the vulnerability of their airfields—previously thought secure—and rethinking their own exposure to similar tactics. Ukraine has unintentionally triggered a doctrinal shift in modern warfare—without needing stealth jets or strategic bombers.

Strategic Reversal: When the Student Surpasses the Teacher

The impact of Ukraine’s tactical innovation has been so profound that it is now reshaping U.S. military logistics. On June 4, the Pentagon discreetly notified Congress that critical antidrone technology originally destined for Ukraine would be redirected to protect U.S. bases in the Middle East. These are special fuzes used by Ukrainian forces to down Russian drones—key components in their ground-based air defense system—which will now be assigned to the U.S. Air Force under an emergency reallocation order.

This decision not only reflects Washington’s growing concern over Iranian and Houthi drone threats, but also underscores an unexpected strategic reality: Ukraine has achieved an operational edge in drone defense that the United States is now trying to replicate. What was once technology transferred from the West is now a reference point the West is beginning to copy.

Russia on the Defensive—At Home

For Russia, the impact is not just material, but psychological. Losing aircraft on its own territory, far from the front lines, strikes at the core of Putin’s narrative of control. The blow to prestige—combined with the material loss of roughly a third of its strategic cruise missile carriers—will likely force Russia to shift its air defense inward, possibly relieving pressure on Ukraine’s cities and infrastructure.

Moreover, if Ukraine was able to strike deep once, it can do it again. This uncertainty will now haunt every Russian logistics officer and general. It will force a redistribution of resources, weakening the blanket superiority Russia once enjoyed.

Changing the Diplomatic Equation

The reassessment of Ukraine’s strength is already reverberating through Western political circles:

    NATO allies once hesitant to escalate support—fearing reckless use—now see a disciplined, capable, and strategically rational Ukraine.

    Restrictions on sending long-range weaponry may begin to loosen, as confidence grows in Ukraine’s judgment.

    Neutral states might reconsider their stance, recognizing Ukraine not only as a victim in need of rescue, but as a credible military actor.

This shift also weakens the internal arguments of pro-Kremlin voices who warned against “provoking” Russia. Operation Spiderweb showed that provocation lies not in self-defense, but in permitting impunity.

What Comes Next?

The war is far from over, but the terrain has changed. Ukraine, once seen as a passive recipient of history, is now an active shaper of it. This does not guarantee a Ukrainian victory, but it opens up strategic possibilities that were not visible just six months ago:

     Future operations could target fuel depots, command centers, or strategic rail hubs inside Russia.

     Kyiv may gain leverage in peace negotiations, armed with more than just moral capital—it now holds military initiative.

     If this success is repeated or scaled, Russia may begin to prefer a frozen conflict over risking deeper losses.

 In their last phone call, Putin told Trump he would retaliate for the Ukrainian attack. He may launch a massive drone and missile strike against the civilian population. This threat is yet another instance of his bullying—and one that Ukraine will surely know how to answer.

Conclusion

The world underestimated Ukraine. It must now reconsider not only its strategy for supporting it, but its entire understanding of how modern warfare is evolving. This is no longer just a test of endurance—it is becoming a contest of ingenuity, and Ukraine has proven to be an unexpected master of that game. 

As one Western analyst recently put it:

“Russia is still big. But Ukraine is now unpredictable—and that may be even more dangerous.”

 

San José, Costa Rica

 

0 comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Mensajes

ok

Follow me on Twitter

Error loading feed.

Archivo del Blog

Snap Shts

Get Free Shots from Snap.com