jueves, 25 de junio de 2009

MANDA EL DEL DEDO



En el blog de Generación Y, con el artículo “Nadie escucha” Yoani Sánchez ha señalado una de las llagas del régimen: ¿Qué ha pasado que Raúl no habla? Ni da explicaciones, ni plantea soluciones.

Parece que tampoco está dispuesto a hablar fuera de Cuba, donde no tendría que explicar nada sino culpar a otros de los males que aquejan al pueblo. En el peor de los casos podía hacer promesas que no se van a cumplir y sobre las cuales no tendría que dar cuentas.

Hoy se informa que Raúl Castro no asistirá a la cumbre extraordinaria del ALBA en la ciudad de Maracay. Su presencia había sido anunciada por Hugo Chávez y en su lugar, encabeza la delegación castrista José Ramón Machado Ventura, acompañado por el vicepresidente del Consejo de Ministros, Ricardo Cabrisas, y el canciller Bruno Rodríguez. ¿Está secuestrado Raúl? Tal vez vigile una nueva gravedad del enfermo en jefe.

Es cierto, Raúl calla, o lo callan. El más notorio de sus silencios fue después de que Fidel aclaró en público que Barack Obama no había interpretado correctamente las palabras de su hermano menor. Lo que dijo Raúl era muy claro, de ninguna forma sujeto a interpretaciones. Pero a Fidel no le gustó.

El hecho es que después de la aclaración sobre lo que Obama había entendido mal, se celebró en Cuba el 1 de mayo. Raúl asistió a la manifestación - bueno es el “Presidente” - pero guardó silencio. Parece que alguien le había prohibido hablar para no tener que volver a explicar lo que allí diría.

Algo extraño también sucedió con el anuncio de Raúl sobre la celebración del Congreso del Partido, evento que se esperaba para el 2009. Hasta el momento es como si Raúl no lo hubiera ofrecido, o tal vez no sabemos que alguien aclaró que eso no era lo que Raúl había querido decir.

Podríamos continuar la lista de las cosas que Raúl ofreció públicamente pero luego han desaparecido de la agenda oficial. Es como si no hubiera dicho nada. Como si alguien tomara sus palabras y las hiciera desaparecer por arte de magia. Uno creería que en una dictadura el presidente manda. Pero es común que los presidentes de dedo no manden, manda el del dedo.

No me cabe duda, que desde que Fidel enfermó Raúl ha ido tendiendo con más libertad una red de incondicionales a su alrededor. Hasta la mujer de Fidel ha intervenido más de una vez para proteger a un favorito de segundo nivel, que estaba siendo purgado.

Pero tampoco hay duda de que desde su cama de convaleciente, al igual que Mao Zedong antes de su muerte, Fidel insiste en dar órdenes. El hermano mayor todavía subestima y maltrata a Raúl, como en los tiempos de la Sierra Maestra y los días de Birán.

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