domingo, 26 de julio de 2009

Antes de la Revolucion

Por Armando González, editor de opinión, La Nación, San José, Costa Rica


Hugo Chávez y sus socios del Alba apenas disimulan la antipatía hacia Costa Rica. Nuestro país es ejemplo de desarrollo en democracia por virtud de su pueblo y oportunas decisiones de sus gobernantes, pero los heraldos del Socialismo del Siglo XXI –y los pocos que quedan del Siglo XX– insisten en presentarlo como un simple artificio de los Estados Unidos.

Las más recientes “reflexiones” de Fidel Castro en el diario Granma exponen la tesis con cruda franqueza: “Desde los primeros años del triunfo de la Revolución Cubana, el Gobierno de Estados Unidos utilizó a Costa Rica y le asignó recursos para presentarla como una vitrina de los avances sociales que se podían lograr bajo el capitalismo.”

En esa tesitura, Costa Rica es una versión de Disneylandia, fabricada para servir los fines del imperialismo. El desarrollo económico, social y político se lo debe, en última instancia, a la Revolución Cubana, sin cuya existencia el Departamento de Estado no se habría visto en el compromiso de contrarrestar los miles de millones con que los soviéticos intentaron, sin éxito, montar una vitrina socialista en el Caribe.

La penumbra histórica en que se desenvuelve el Alba, empeñada en prolongar la vida de modelos anacrónicos en todas partes fracasados, impide a sus proponentes franquearse con el pasado. Si lo hicieran, abonarían a Tomás Guardia la proeza de abolir la pena de muerte nueve décadas antes de que la Revolución Cubana estrenara sus paredones en La Habana.

Con un siglo de ventaja, Castro Madriz cimentó una reforma educativa cuyos frutos rivalizan, sin esfuerzo, con los de la revolución isleña. Fidel Castro, dueño de un formidable aparato militar, jamás comprenderá la virtud implícita en la abolición del ejército una década antes de que su gobierno emprendiera planes de expansión y conquista dolorosamente costosos para la juventud cubana.

Años antes del invento de la democracia directa –un sí a todo coreado por las masas congregadas en la Plaza de la Revolución– José Figueres estableció un sistema electoral capaz de producir resultados impolutos y garantizar la alternancia en el poder que Cuba no disfruta desde hace cinco décadas, cuando se entronizó el partido único de la Revolución Cubana.

Más de quince años antes de la revolución, Calderón Guardia sembró las semillas de un sistema de seguridad social cuyo resultado se mide, sin complejos, con los índices de salud del mundo desarrollado. Es un sistema que no obliga a los asegurados a pedir el envío de medicinas a sus familiares en el extranjero. Esa es una circunstancia afortunada, porque Costa Rica no tiene exiliados

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