lunes, 20 de julio de 2009

Honduras: un humilde país con poco que vender y poco que comprar


Las conversaciones auspiciadas por el Presidente Oscar Arias fracasaron porque se insistió en el regreso de Manuel Zelaya a la presidencia de Honduras. La misma condición trataron de imponer la OEA, el gobierno de los Estados Unidos y “la comunidad internacional.” ¿Cómo fue posible que Chávez, Castro, Obama, Arias, Uribe, Calderón, etc., la OEA y la ONU se pusieran de acuerdo? ¿Qué ganaba cada uno en la crisis hondureña?

Los castro chavistas. Chávez, sus tutores castristas y José Manuel Zelaya planeaban un golpe de estado en Honduras. Lo harían al estilo venezolano de 1999, una consulta popular, con el supuesto propósito de modificar la constitución, que culminaría monopolizando todos los poderes del estado; lo que queda es una democracia de papel para todo el que quiera engañarse. El enfrentamiento de Zelaya con el Poder Judicial y el Congreso no deja ninguna duda sobre la estrategia y el objetivo.

Si por una u otra razón Zelaya no controlaba el poder por la vía rápida, siempre quedaba la lucha insurreccional, la que ahora declaran como alternativa. Para tomar este camino había que provocar el golpe de estado y el arresto de Zelaya. Su prisión lo convertiría en un ícono del socialismo del siglo XXI y del sector más radical y pobre de los hondureños, un porcentaje nada despreciable de la población del país.

En este segundo escenario de inestabilidad y violencia las elecciones de noviembre no tendrían legitimidad. En todo caso habrían logrado evitar que Zelaya entregara pacíficamente la presidencia en enero de 2010.

El criterio constitucionalista. Los demócratas denunciaron el golpe de estado a Manuel Zelaya como un golpe de estado de gorilas, a la antigua usanza latinoamericana. Cayeron en la trampa y se dejaron llevar por su ignorancia de los hechos, incluyendo el aspecto jurídico constitucional. Ignoraron y siguen ignorando, que ese presidente llevaba meses no solamente violando la constitución sino conspirando contra ella, contra la democracia constitucional y contra el estado de derecho.

Los demócratas se dejaron influenciar por la propaganda y por la información parcial de algunos medios de información. Confundieron la deportación de Zelaya - que fue la interrupción del debido proceso que se había iniciado contra él - por un clásico golpe de estado militar, cuando en realidad esto fue la acción de todos los demás poderes constitucionales, con el apoyo de la mayoría del pueblo, contra quien había violando flagrantemente la constitución e ignorado las órdenes de los tribunales de justicia. Zelaya había abusado de su autoridad y se arriesgó hasta perder la ciudadanía.

Con raras excepciones, como la del Presidente del Partido Acción Democrática (PAC) de Costa Rica, Alberto Cañas, quien señaló que: “Zelaya se había pasado la constitución hondureña por el rabo” los demócratas condenaron una y otra vez el golpe militar, pasando por alto que unos días antes el Jefe del Estado Mayor Hondureño había acudido a un tribunal hondureño para que le restituyeran el cargo, del cual había sido despedido ilegalmente por Zelaya, por no acatar una orden suya, una orden ilegal.

La demagogia de los políticos. Los políticos encontraron en la crisis hondureña una oportunidad. Barack Obama demostró una vez más que él era diferente a Bush. Se lavó las manos y no le quedó mal la pose. Para José Manuel Insulza fue la oportunidad de demostrar a Chávez y a todos sus aliados del ALBA que él es el candidato ideal para la reelección como Secretario General de la OEA el próximo mayo.

Para otros cuyos países les venden millones de dólares a Venezuela, o le compran petróleo subsidiado, no había mucho margen de maniobra: Chávez primero. Honduras es un humilde país con poco que vender y poco que comprar. Esta crisis les dio la oportunidad a los políticos de darse golpes en el pecho por la democracia ante el mundo entero. La misma democracia y los mismos derechos humanos que habían ignorado un mes atrás en Tegucigalpa cuando levantaron las sanciones a la dictadura castrista y ninguno de ellos tuvo la integridad de defender ni la democracia ni el respeto a los derechos humanos del pueblo cubano.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Y el gobierno norteamericano con su miopía política de siempre al apoyar a la alianza Castro-Chavista y darle la espalda a los demócratas hondureños.

21 de julio de 2009, 7:51

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