El precio de Alan Gross
Esta nota podía haberse titulado el juicio de Alan Gross, pero hubiera sido un epígrafe incorrecto. ¿Por qué? Porque Allan Gross es un rehén. El resultado de un secuestro. Un secuestro que nunca debió haber sido y un secuestro que nunca se debió haber permitido.
Mandar a un estadounidense a Cuba como se envió a Gross es en el mejor de los casos una torpeza. No lo mandaron a la cueva del lobo se lo pusieron al león en la boca.
Creo que el primer responsable de la situación fue el funcionario del gobierno estadounidense o los funcionarios que permitieron que un ciudadano de los Estados Unidos viajara a Cuba con equipo para facilitar la comunicación de Internet a la disidencia o a la “comunidad judía” en La Habana.
Podían haber contratado a un español, que seguro que los había con igual capacidad que el ingeniero Gross para hacer el trabajo. Podían haber mandado a un francés o a un chino. Pero no, mandaron lo que el león quería, lo que al león le convenía.
Si hubieran mandado a un español a Cuba no estaríamos ante la inminencia de un juicio, perdón, de un espectáculo como el que está por comenzar.
Imagínense a un español detenido por un año sin juicio por el simple hecho de haber llevado un equipo a Cuba para que, quienesquiera que fueran se comunicaran por la Internet.
El gobierno español habría tenido la oportunidad de demostrarle al mundo eso que Moratinos llamaba “el diálogo constructivo”. Habrían logrado la libertad de ese valiente fulano. A bombo y platillo habrían declarado que esta era otra prueba más de que “profundizando” el dialogo íbamos directo a la democracia en Cuba. Que el embargo no funciona.
Pero si el gobierno de Zapatero no hubiera logrado su libertad, el escándalo habría sido mayúsculo en España. Le habría costado al régimen de La Habana unas cuantas decenas de millones de dólares en cancelaciones de viajes turísticos a la isla. Hasta la cadena de hoteles Meliá habría conversado con Raúl Castro para que liberaran a este Don Juan de los Palotes.
Pero no, había que mandarle un americanito para que se lo comiera el león. Al león nada mas que le gusta la carne de los americanitos.
El mal está hecho. Lamentablemente lo está pagando el Ingeniero Gross y su familia. También la oposición democrática cubana dentro y fuera de la isla porque a la dictadura se le ha regalado una victoria, un “show”.
Pero no hemos aclarado aquello “del precio en lugar del juicio” y ya se nos acaba el espacio y el tiempo.
Es sencillo, por un rehén se paga un rescate. Lo del juicio es nada más que el espectáculo para encubrir el precio que se exige. O tal vez un precio pactado, tal vez pagado o comprometido a pagarse.
Quisiera equivocarme, pero después de aquellos millones de dólares que se pagaron por los presos de Playa Girón uno queda con sus dudas. Después del pacto Kennedy-Kruschev hay derecho a la sospecha.
Además, como no se puede canjear al ingeniero Gross por los cinco cubanos condenados por espionaje en los Estados Unidos, me pregunto: ¿Cuál será el precio del rescate?
1 comentarios:
Excelente comentario.
15 de marzo de 2011, 12:11Publicar un comentario