martes, 16 de agosto de 2011

Cuba: revolución o compromiso: Fidel es el hijo de Batista (III)


En el capítulo anterior describíamos brevemente a pueblo en el exilio, más de dos millones de cubanos que representan diferentes generaciones. Están vivos aun algunos de los que apoyaron a Batista. Muchos de sus descendientes insisten que sus padres o abuelos fueron los que estuvieron siempre correctos respecto al castrismo.

Algo así como si Fidel justificara a Batista cuando en realidad el golpe de estado de Batista quebró la columna vertebral de la débil democracia cubana y fue la que le brindó la oportunidad a Fidel Castro para que eventualmente secuestrara el poder en Cuba.

Al exilio llegaron en los años sesenta miles de cubanos que habían apoyado a Castro en una u otra forma durante la lucha guerrillera y en sus primeros meses de gobierno en 1959. Fueron bautizados por los batistiano como “fidelistas arrepentidos”.

Después de estos han llegado al exilio cientos de miles de cubanos la mayoría de los cuales estuvieron integrados al proceso de comunización del país. Cada uno participó con diferente nivel de lealtad, complicidad, simulación o disidencia en el proceso “revolucionario”. Salieron de Cuba profundamente frustrados de haber perdido parte de sus vidas en un proyecto que llevo al país a la ruina.

En el exilio también están los que llegaron niños o muy jóvenes. Muchos de ellos han sido exitosos en el mundo cultural, el de negocios o el académico. Sus hijos se sienten cubanos en alguna forma y tienen perspectivas muy particulares sobre el presente y futuro de Cuba. Este grupo ha sido el cimiento sobre el que se desarrolló la “cultura cubanoamericana”.

En el exilio hay gente que está más interesada en su bienestar económico que en participar en nada que tenga que ver con la libertad y la democracia en Cuba. Algunos porque después de tanto tiempo quieren evitar otro desengaño. Otros se aíslan políticamente para evitar sufrimiento. También están los que no creen en otra cosa que en ellos mismos.

Independientes de su procedencia, actividad, indiferencia o propuesta de cómo resolver el problema cubano, la inmensa mayoría de los exiliados y emigrados económicos aman a su nación y la quisieran ver libre.

No podemos pasar por alto los espías e infiltrados por el régimen castrista durante estos cinco décadas. Es una pequeñísima –tal vez algunos cientos- pero influyente minoría debe haber sido ubicada estratégicamente para favorecer a la dictadura.

Estos más de dos millones de cubanos son el exilio, una población heterogénea con un poder económico inmenso y unos recursos humanos formidables. Hasta ahora los cubanoamericanos, es decir los cubanos que viven en Estados Unidos y tienen derecho al voto han logrado un poder político en Washington sustancial. Ellos influyen acerca de cuál debe ser la política de Washington respecto a Cuba.

Por las anteriores consideraciones hablar del exilio cubano como una entidad es un error. Equivocación que se comete con frecuencia por los propios cubanos y que conduce a un sentimiento de impotencia o fracaso colectivo. No se tiene en cuenta la diversidad que hemos mencionado superficialmente.

Tampoco cuando se habla del exilio como una unidad se tiene en cuenta los profundos traumas que ese exilio ha sufrido durante más de medio siglo debido al apoyo formidable que la URSS dio al castrismo durante tres décadas. El posterior respaldo con que Hugo Chávez ha sostenido al régimen castrista por una década.

A todo esto hay que sumar la manipulación del problema cubano por parte de los gobiernos estadounidenses. Los errores de Washington como fue el caso de Playa Girón. Los errores de los dirigentes políticos cubanos exiliados.

La complicidad de muchos gobiernos democráticos con el castrismo, la forma en que el mundo académico y los medios de comunicación internacionales aplaudieron por demasiado tiempo a la dictadura castrista y pasaron por alto sus crímenes y abusos.

Ante tal complejidad, hablar de la unidad del exilio cubano respecto a una acción contra el castrismo, sea esta por la vía de la negociación o incluso del respaldo al enfrentamiento popular contra el régimen es un proyecto difícil y complejo.



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