Los 84, no 85 años de Fidel
Fidel Castro Ruz nació en 1927 y no en 1926 como pregona la santa biblia radical
Por José María Penabad López Exembajador de Costa Rica en Cuba
Es, acaso, una aclaración baladí, insustancial, pero, tratándose de Cuba, demuestra, armoniza todo un patrón de impuesta conducta nacional. La Serenata de la fidelidad, el 13 de agosto, aniversario, en el teatro Blanquita, hoy Karl Marx, y otros homenajes al icono de la izquierda universal, al arribar a los 85 años de edad, es mera simulación.
Fidel Castro Ruz nació en 1927 y no en 1926 como pregona la santa biblia radical. No se trata de pecado grave, de Infierno, sino venial, de Limbo. Era tentación regular de la época y aún, siglo XXI, continúa, en tantos lugares, la discutida maniobra. La precocidad obliga a tales recursos.
El juvenil estudiante despuntó pronto, prodigio de mente y acción. Antonio Castro, natural de Lugo, primero, soldado español, en la guerra de Cuba, después, emigrante de regreso, hacendoso trabajador, de sol a sol, al pie del surco, en el oriente isleño. Ampliaba sus tierras, cultivaba, obtenía beneficios y procreaba una familia. Allá en Birán. El padre entendió pronto que aquel hijo, Fidel, requería educación de calidad. Y los 1.024 kilómetros, distancia de Santiago de Cuba a La Habana, no fueron obstáculo para que el padrazo gallego colocase a su hijo en el Colegio Belén, manejado por los jesuitas. Solo había un pequeño inconveniente: Fidel no había alcanzado la edad requerida para el ingreso. Le faltaba un año. Y como de certificado de nacimiento se trataba, el ya influyente Antonio Castro consiguió por vía de amistad, y buenas maneras, que el registro del caso extendiese el válido documento. Y Fidel adelantó un año su tiempo de nacido y el avance educativo.
Los cultos jesuitas moldearon al brillante alumno, como reconocen en el cuadro de honor, final de bachillerato. Le enseñaron, confesión de parte, a ganar siempre, esforzarse por la victoria, como deportista: primera ficha en baloncesto y beisbol. Fomentaron su capacidad de debatir. Oratoria de impacto. Forma y manera de moverse, gesticular, en escena. Tallaron la piedra preciosa. Una cabeza con mente fotográfica.
Luchó, de cualquier manera, para asumir liderazgo universitario. Salió del Colegio Belén convertido en franquista, a tenor del entusiasmo jesuita, entonces proyectado como eco de la guerra civil española. José Antonio Primo de Rivera, jefe/fundador de la Falange, era su héroe e inspiró los inicios de su andadura política por el Alma Máter habanera. De alguna manera, en la Cuba de hoy, la pieza/catecismo: La Historia me absolverá, discurso de Fidel en el juicio que se le siguió tras el asalto al Moncada, está inspirada en el texto/testamento de Primo de Rivera, en la cárcel de Alicante, defensa propia, antes de ser fusilado.
El destino, la suerte de Fidel Castro, es un rumbo de fuerza desconocida pero real, cuya aventura termina por ligarse al irremediable devenir de la Mayor de las Antillas. Han pasado por la Casa Blanca diez jefes de Estado y, sobreviviendo a atentados, que muchos hubo, el octogenario vecino de Jaimanitas, en la periferia de La Habana, resiste, aunque cansado, pegado al timón de la Isla.
Batista será siempre el más maldito de Cuba. Si la avaricia, golosina del poder, no hubiese actuado el 10 de marzo de 1952, derrocando a Prio Socarrás y –peor– mancillando la democracia, sin esa nefasta acción, jamás hubiese existido el 26 de julio. Fulgencio Batista era, precisamente, el enemigo que necesitaba Fidel para la rebeldía que lo condujo a un autoritarismo de 52 años de vigencia. Y nada cambiará mientras viva.
El fracaso del alocado asalto al Cuartel de Moncada, mal planificado, mal ejecutado, 26 de julio de 1953, produjo, sin embargo, la chispa que causó el incendio arrasador de la Isla. Monseñor Pérez Serante, arzobispo de Santiago, que lo había bautizado, salvó la vida del jefe insurrecto, Fidel Castro Ruz. Deportado, a México, el Granma, nave de recreo, retornó con 82 hombres, listos para derrocar la dictadura batistiana. Murieron 70, aniquilados, cerca de la playa Belic, por las fuerzas del régimen. Salvados 12, lograron instalarse en la zona de Sierra Maestra, donde habitaban 50.000 personas en un radio de 2.400 kilómetros cuadrados.
Fidel, Raúl, el Che, Camilo... Salvados, seguían en la pelea. El Movimiento 26 de julio, reguero de pólvora, se extendió por fuera y dentro de la Isla. La ciudadanía, alta y baja, se unió a la campaña anti-Batista. Fidel, cuya biografía circulaba mundo adelante, alentó y mantuvo la fecha de nacimiento de acuerdo con lo estipulado en el carné de identidad. Su filosofía política permanente, en la guerra y en la paz, es, eso pregona, no mentir. Por ello, no hay vuelta atrás. Raúl, en una fiesta de celebración, medio animado por unos tragos, se atrevió a manifestar que su hermano era más joven. Fidel lo interrumpió, contundente: ¡Cállate, coño! Por supuesto, más imperativo que, años más tarde, el rey Juan Carlos, contra Chaves, en Chile: ¡Por qué no te callas! El juego del 26, supuesto año de nacido, y 26, día del Moncada, cultivan la buenaventura de Fidel. Y si el comandante en jefe dice, se acepta, no se discute. ¿Domesticado el pueblo de Cuba?
Reproducido de La Nación
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