La locura de Trump con Venezuela
La amenaza de Donald Trump de intervenir con tropas en Venezuela es una locura, así lo ha caracterizado, nada menos y nada más, que el General Padrino López, Ministro de Defensa de ese país, quien recientemente difundió un video en que el que se veía, y él lo decía, lo listo que estaba para defender a su patria. Padrino disparaba en un campo de tiro contra siluetas inmóviles, en una secuencia de movimientos y posiciones como cuando se ataca a civiles desarmados. Exactamente como han hecho sus tropas hasta ahora, masacrando a muchachos y casi niños que se han enfrentado a un ejército de soldados, policías y sicarios motorizados, en las calles de nuestra querida Venezuela.
Es lógico que Padrino López llame al comentario de Trump una locura, ya que para consolidar la dictadura en Venezuela, ni los castristas en La Habana ni sus disciplinados esbirros venezolanos habían incluido en su estrategia a otro enemigo que no fuera el pueblo desarmado de Venezuela. Por eso, sin importarles las denuncias internacionales, han bailado y han cantado en las tarimas mientras la oposición enterraba a sus muertos, trataba de salvar sus heridos y les arrastraban con palos y patadas a sus hombres y mujeres camino a prisión.
Hasta ahora no han tenido que preocuparse de que un presidente latinoamericano fuera a tener la osadía de decirles: o la paran o los paramos. Para evitar eso ya habían secuestrado la OEA comprando un grupito de votos. La narco dictadura no se imagina al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, protegiendo con tanques y soldados colombianos a sus vecinos venezolanos del Táchira que estuvieran siendo asesinados en masa. Tampoco en sus cálculos están las tropas brasileñas reforzando su frontera con Venezuela y protegiendo, en una especie de zona de exclusión, a los venezolanos que huyen o se atrincheran en la lucha. Los estrategas castristas en La Habana estaban seguros de que los presidentes latinoamericanos no pasarían de repetir que la democracia en Venezuela está en riesgo de perderse. Mucho menos en sus planes de contingencia visualizaron a la infantería de marina de los Estados Unidos tomando el puerto de La Guaira, el aeropuerto Internacional en Maiquetía y La Carlota en Caracas (Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda). En horas, eso sería el caos, el fin, una locura, como ha dicho Padrino López. Quizás no les daría tiempo ni de huir hacia La Habana. Aún más, nunca en sus planes incluyeron que Donald Trump se atrevería a una amenaza como la que ha hecho porque el planeta lo acusaría de amenazar la soberanía de una nación latinoamericana. Algo sacrosanto para la izquierda demagógica mundial, que entiende soberanía como los derechos absolutos del soberano, no del pueblo.
Por estas razones han hecho lo que han querido en Venezuela y piensan que lo seguirán haciendo, aunque cada semana se anuncien nuevas sanciones contra más funcionarios del régimen, aunque se expulsen embajadores venezolanos y se aisle completamente al desgobierno madurista. Los castristas y sus aliados en Venezuela, cuentan con su grupo de apoyo: Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Nicaragua y Bolivia. Y la narco dictadura tiene conque pagar a largo plazo porque en sus manos están las reservas de petróleo más grandes del mundo, hoy en el campo de los enemigos de Occidente, por si alguien no se ha dado cuenta.
Solamente a Trump se le ocurriría advertir sobre el posible uso de la fuerza en Venezuela, porque lo sensato, lo político y lo diplomático es denunciar una y otra vez al régimen de Maduro, aunque siga asesinando jóvenes desarmados, le arrebate al pueblo de Venezuela cada una de sus libertades y ahogue en sangre su audacia y sus esperanzas. Lo correcto es repetir, hasta el infinito, que la solución está en las negociaciones. Hay unos que llegan al extremo de insistir en que el problema de Venezuela lo tienen que resolver los venezolanos, que es como decir que lo van a resolver a su manera los venezolanos que tienen los tanques, los aviones y las ametralladoras para masacrar a los venezolanos que no tienen con que defenderse. Dentro de esta ética de la prudencia cínica, hablar o actuar de otra forma es caer en el terreno de la insensatez.
Pero tomemos nota, la “locura” de Trump va dirigida a los miles de muchachos que arriesgan su vida cada vez que salen a protestar, a lo represores que los agreden y asesinan y a quienes les dan las órdenes. También va dirigida a los presidentes latinoamericanos y a Raúl Castro y su grupito de conspiradores en La Habana. Quizás esa advertencia sea la que salve las libertades del pueblo venezolano y evite la tragedia de una guerra civil. Quizás sea la que obligue a la mafia a replegarse. Por el momento la línea roja está marcada y dudo que en el caso venezolano suceda lo mismo que lo que pasó con la línea roja de Obama en Siria.
Huber Matos Araluce, agosto 13, San José, Costa Rica