martes, 2 de agosto de 2011

Donde coinciden Raúl Castro y Obama (Final)



Raúl Castro y su pequeño grupo creen que con la participación de algunas empresas multinacionales la economía cubana podrá recuperarse. Para justificar la futura entrega de parte de la economía a los extranjeros, el régimen anunció a los cubanos la posibilidad del trabajo por cuenta propia.


Ha sido un buen truco publicitario. No excluyen los “reformadores castristas” la esperanza de que el pequeño sector de nuevos cuentapropistas alivie un poco el desempleo y que con el pago de impuestos también ayuden a mantener la dictadura en pie.


El régimen no teme a los trabajadores por cuenta propia porque deben de haber llegado a la conclusión que desde hace muchos años hay miles de campesinos en Cuba que de hecho son cuentapropistas. Estos no han causado ningún trastorno en el terreno político. Pensarán que si su número se duplica o triplica no tendrían por qué representar un peligro.


También la propuesta del trabajo por cuenta propia le sirvió a la tiranía para hacer creer que las cosas en Cuba iban a cambiar. Creyeron que esto aliviaría el descontento popular. Era una forma de ganar tiempo. Como se ha procedido en forma improvisada y torpe, el proyecto cuentapropista ha aumentado el descontento que se trató de evitar.


Pero el régimen cree que la inversión extranjera en renglones estratégicos, como el azúcar, es lo que puede empezar a cambiar la situación. Tienen experiencia en este campo.


A la dictadura y al empresariado español no les ha ido mal en la explotación de la industria turística en la isla. En la explotación del níquel –también con socios extranjeros- no les ha ido mejor por los bajos precios de este mineral en el mercado mundial. El escenario pudiera cambiar con una explotación petrolera exitosa en aguas profundas. Esto pudiera convertirse en un salvavidas temporal para la dictadura, pero requiere tiempo, grandes inversiones y suerte.


En Cuba el giro hacia el capitalismo –sin libertades políticas- es evidente. Brasil está financiando la remodelación del Puerto de Mariel con 800 millones de dólares. Y la administración de este puerto ya ha sido adjudicada a una empresa privada de Singapur. Brasil no se habría lanzado a esa aventura si los hermanos Castro no hubieran convencido a Lula de que poco a poco ellos tomarían el rumbo del capitalismo.


El régimen le debe de haber presentado la idea al gobierno de Obama de que empezando con el cuentapropismo, el castrismo procedería con la privatización de empresas de mayor envergadura.


Como hay mucha gente que cree que el capitalismo es la medicina de todos los males, incluso el de la falta de libertad, no debe haber sido difícil lograr que algunos estadounidenses quisieran adoptar el plan de supervivencia de la tiranía como una estrategia para llevar la democracia a Cuba.


No es que descartemos la consecuencia política del fracaso o el éxito de los nuevos trabajadores por cuenta propia. Eso es un tema a estudiar. Ni que rechacemos que se apoye desde el exterior esa iniciativa. Lo que no se puede hacer es convertir la estratagema del régimen para mantenerse en el poder en la estrategia de Washington para lograr el cambio democrático en Cuba.


Nos puede pasar con el famoso cuentapropismo en Cuba lo que ha sucedido con la inyección por el gobierno de los Estados Unidos de miles de millones de dólares en la economía estadounidense. El gobierno de Obama creyó que eso resolvería el problema del desempleo. No resultó así. La dinámica del problema era más compleja de lo que se diagnosticó.


Raúl Castro sabe que el cuentapropismo no resuelve la situación de la economía cubana. El gobierno de Obama también. Cada uno lo está usando para su conveniencia. Raúl para tratar de engañar a los “americanos”, al mundo y a muchos cubanos. Algunos en el gobierno de Obama quieren hacerles creer a los cubanos que tiene una fórmula para llevar la democracia a Cuba.




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