EL PETRÓLEO VENEZOLANO UNA VENTAJA PARA DONALD TRUMP
En medio del resurgimiento geopolítico del petróleo, la propuesta energética impulsada por la oposición venezolana liderada por María Corina Machado y el presidente electo Edmundo González no solo busca rescatar a PDVSA, sino también reconfigurar la relación energética entre Venezuela y Estados Unidos. Este modelo, basado en la exportación de crudo pesado venezolano hacia las refinerías del Golfo estadounidense, encaja perfectamente en la visión estratégica de la administración de Donald Trump, quien volvió a la Casa Blanca en enero de 2025 con una agenda centrada en la autosuficiencia energética, la seguridad nacional y el impulso al comercio internacional en términos favorables para EE.UU.
Un intercambio energético eficiente
El corazón de la propuesta opositora parte de una realidad técnica: las refinerías de la Costa del Golfo en Estados Unidos fueron diseñadas durante décadas para procesar petróleo pesado, como el proveniente de la Faja del Orinoco. Mientras tanto, EE.UU. ha incrementado su producción interna de crudo liviano de alta calidad gracias al fracking, lo cual ha creado un desbalance: las refinerías no operan a máxima eficiencia con este tipo de crudo.
En este contexto, importar crudo pesado venezolano a bajo costo se convierte en una jugada lógica y rentable. Le permite a Estados Unidos:
Maximizar la capacidad operativa de sus refinerías.
Utilizar el petróleo importado para el mercado interno, reduciendo costos de refinación.
Exportar su petróleo liviano a mercados internacionales donde tiene mayor valor.
Este intercambio representa una ventaja doble para EE.UU.: refuerza su seguridad energética sin comprometer su producción doméstica y le permite aumentar su influencia energética global.
Trump y la doctrina del “intercambio inteligente”
Durante su primer mandato, Trump impulsó la llamada “dominancia energética”, promoviendo la explotación de recursos nacionales y reduciendo la dependencia de regiones políticamente inestables. En su segundo mandato, el enfoque ha evolucionado hacia lo que sus asesores han llamado un “intercambio inteligente”: acuerdos energéticos que beneficien directamente la industria estadounidense, sin compromisos ideológicos ni ayudas externas.
El nuevo esquema propuesto por la oposición venezolana encaja perfectamente con esta lógica. No se basa en asistencia humanitaria, ni en subsidios, ni en cooperación multilateral. Se trata de una relación comercial directa, clara y rentable, en la que:
Venezuela ofrece petróleo pesado competitivo.
EE.UU. accede a un recurso estratégico adaptado a su infraestructura.
Se evita la inestabilidad del Medio Oriente como fuente de suministro.
Una oportunidad geopolítica
Además del aspecto económico, hay un componente estratégico: reinsertar a Venezuela en la órbita energética de EE.UU. contribuye a debilitar la influencia de China, Rusia e Irán en América Latina. Con una Venezuela energéticamente alineada con Occidente, Trump refuerza su doctrina de contención de amenazas y revitaliza la idea de un hemisferio occidental autónomo y fuerte.
El eventual éxito de este plan permitiría al gobierno estadounidense consolidar una posición dominante en el comercio global de hidrocarburos, al mismo tiempo que facilita la reconstrucción del tejido económico venezolano sin intervención directa.
Huber Matos Araluce
San José, Costa Rica
Marzo 24 2025
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