Las irreflexiones del Enfermo en Jefe y el heroísmo de Zelaya

Las irreflexiones del Enfermo en Jefe y el heroísmo de Zelaya

EL 10 de julio apareció otra de las irreflexiones del dictador cubano escrita con un estilo grandilocuente y cursi. En esta se describe el intento de regreso de Zelaya a Honduras en un avión venezolano. Se pronuncia como un oráculo, completamente ausente de modestia o argumentación.

Uno de los párrafos está dedicado al “heroísmo” de Zelaya tratando de aterrizar en Honduras. Nos recuerda aquello de que entre lo sublime y lo ridículo no hay más que un paso. Dice así:

“Tres veces pasó el Jet Falcon, a baja altura, por encima del aeropuerto. Los especialistas explican que el momento más tenso y peligroso para los pilotos es cuando naves rápidas y de poco porte, como la que conducía al Presidente, reducen la velocidad para hacer contacto con la pista. Por eso pienso que fue audaz y valiente aquel intento de regresar a Honduras”

Una gran tontería dirigida a confundir por audaz lo que es normal. Lo que tiene que hacer un piloto para que su nave no se le desplome es mantener la velocidad mínima indicada por los fabricantes. Si está volando a baja altura y no va a aterrizar lo prudente es estar por encima de esa velocidad por varias razones, entre otras, tener velocidad para neutralizar posibles turbulencias. Eso es válido para una avionetica Cesna 150 y para un “Jet Falcon.” En eso no hubo ningún heroísmo, como no lo hubo en el viaje que fue un puro espectáculo.

Lo que quería Zelaya con su teatro de regresar a Honduras era provocar emocionalmente a los manifestantes para que se convirtieran en turba. Así sucedió y exacerbados por sus dirigentes y la presencia del avión, trataron de romper las cercas del aeropuerto; como era de esperar, murió un manifestante. Zelaya hubiera estado contento con una docena de muertos.

La audacia de Zelaya es parecida a las audacias de Fidel Castro en la Sierra Maestra cuando en lugar de participar en los combates se deslizaba hacia la retaguardia comentando que le tenían prohibido combatir. No hay un solo relato del heroísmo de Castro en la Sierra porque nunca lo hubo.

Sigue la irreflexión: “Si deseaban juzgarlo por supuestos delitos constitucionales, ¿por qué no le permitieron aterrizar?”

No le permitieron aterrizar por la misma razón que lo sacaron de Honduras, para evitar la violencia o un derramamiento de sangre, como lo han hecho hasta ahora. ¿Acaso no vemos todos los días que hay grupos pro Zelaya que protestan en las calles de Honduras con toda libertad? Esos son los maltratos que denuncian, como si medio mundo hubiera olvidado lo que es represión de verdad, tal como se vio en Irán hace algunas semanas cuando se perseguía a los manifestantes salvajemente y se arrestaban cientos de ellos.

Y sigue la irreflexión queriendo impresionara a no sé quien, porque está escrita para que la lean ignorantes:

“Si el presidente Manuel Zelaya no es reintegrado a su cargo, una ola de golpes de Estado amenaza con barrer a muchos gobiernos de América Latina, o quedarán éstos a merced de los militares de extrema derecha, educados en la doctrina de seguridad de la Escuela de las Américas, experta en torturas, la guerra psicológica y el terror. La autoridad de muchos gobiernos civiles en Centro y Suramérica quedaría debilitada.”

Por suerte para nosotros y por desgracia para Fidel, él ha tenido la mala suerte de no haber muerto a tiempo. Como dijo hace algunos años el Presidente Oscar Arias, “Fidel todavía se cree que está en la Sierra Maestra”. Escribe ridículamente, argumenta con demagogia y quiere asustar a una generación que ya lo superó a él y a sus ideas.