viernes, 1 de octubre de 2010

Deng Xiaoping Castro (I)


Raúl es alcohólico, padece de depresiones y tiene cáncer en la próstata. Pero esos no son exactamente sus errores. Los suyos son el producto de ser como es: astuto, intrigante y cobarde. En su caso aplica al pie de la letra lo que canta José José: “uno no es lo que quiere sino lo que puede ser.”

No es su culpa ser hermano de Fidel. Aunque responsabilidad propia es la de haberse dejado humillar siempre por él, que sepamos desde los tiempos desde la Sierra Maestra hasta nuestros días. Hoy Fidel es despreciado por la mayoría del pueblo cubano, Raúl nunca fue querido por nadie.

Dicen que Raúl es sentimental, casi llora cuando mandaron a fusilar al General Arnaldo Ochoa, pero lo fusilaron y él estuvo completamente de acuerdo. Era uno menos con quien competir la sucesión al trono.

No había acabado de morirse su hermano, cuando estaba serruchándole el piso y sacando de cuanto puesto pudo a todo aquel que era incondicional de Fidel. Dalia, la mujer de Fidel, tuvo que tratar de salvar a algunos protegidos de su marido, que eran parte del séquito de corrupción privada de la familia real.

La presencia de Dalia en el 50 aniversario de los Comités de Chivatos, donde de habló su marido, el 28 de septiembre pasado, no fue una cuestión de compañerismo sino para que se supiera que tiene autoridad para defender el cada vez más reducido poder familiar.

El primer error

Si tenemos que señalar un primer error de Raúl fue el no haber tenido ni precaución ni visión. Se precipitó criticando el sistema construido con la fracasada tesis marxista y las locuras de su hermano cuando todavía no podía hacerlo.

Esas críticas implicaban una voluntad de rectificación. Crearon expectativas en la población y en el exterior. En el pueblo porque estaba tan desesperado que cualquiera que le hablara de cambios habría despertado esperanza.

En el mundo hubo una reacción positiva a sus críticas hubo pero por diferentes razones. La prensa internacional y uno cuantos intelectuales – los de siempre - se desbocaron en optimismo. Para ellos había llegado al poder Deng Xiaoping Castro.


No quisieron medir la enorme distancia entre en el Xiaoping auténtico y la copia isleña. El primero fue un bastión del Ejército Rojo durante la revolución. Luego perdió su hijo mayor en un suicidio provocado por los excesos de la “Revolución Cultural” de Mao. Deng Xiaoping sufrió personalmente el totalitarismo que había ayudado a construir.

Por el contrario, Xiaoping Castro tuvo un rol muy pobre durante la guerra de guerrillas. Nunca entró en batalla. En el Segundo Frente, donde estableció su comandancia, lo que hizo fue crear una satrapía burocrática. Allí en lugar de combatir se dedicó a intrigar contra los que combatían.

Ninguno de sus hijos ha tenido que sufrir por nada. Viven como lo que son, privilegiados de un régimen del que se consideran herederos.

Muchos periodistas e intelectuales “demócratas” no quisieron ver esas cosas porque Raúl les daba la oportunidad de un exorcismo. Por décadas, algunos reporteros desde Cuba y otros expertos en el exterior, en sus centros de estudio y en universidades, callaron las verdades y se convirtieron en los propagandistas del fraude que llamaban los logros de la “revolución”.

Los cambios de Raúl los llevarían a la redención. Era más fácil apoyar a Raúl que reconocer públicamente que Fidel Castro había construido una gran mentira en la que ellos fueron también partícipes.

Así fue como la crítica prematura de Raúl al legado que aparentemente le había heredado su hermano se convirtió en su propia trampa. El fracaso de su gestión está a la vista.

Continuará…

1 comentarios:

EDUARDO dijo...

!YO FUI ELEGIDO PERA SALVAR ESTA REVOLUCIÓN! ....(¿ elegido?) .. yo agregaría ....!AUNQUE TENGA QUE MATARLA !

3 de octubre de 2010, 8:08

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