Lo que nunca cambiará
Últimamente el general presidente y los voceros de más lustre del gobierno cubano se han referido a su supuesta disposición a cambiar “todo lo que deba ser cambiado”. Tanto repetir el lema obliga a pensar y poner el acento en aquello que nunca cambiará para que el régimen cubano mantenga el estilo de gobernabilidad que le ha sido afín durante más de cincuenta años.
El último éxodo, es decir el que comenzó en 2010 y aún continúa, ciertamente no ha sido masivo. El gobierno cubano se enfrascó y aún continúa enfrascado en una suerte de éxodo selectivo. El gobierno español que en la actualidad se comporta como el cómplice más recurrente, ha realizado su más cara fantasía política y al menos esta vez, sustituyeron al gobierno norteamericano. Son la contrapartida del actual éxodo selectivo que abarca mayoritariamente a los indeseables políticos y no a los sociales.
El gobierno cubano, la partidocracia militarista verdeolivo no cambiará sus hábitos de desterrar, encarcelar y eventualmente, matar, porque esta es su naturaleza y la naturaleza de algo, no cambia nunca.
Como la Declaración Universal de los Derechos Humanos no es una herramienta vinculante y cada dictadura y/o estado fallido del mundo puede violarla a su aire, el régimen cubano tampoco cambiará su carácter de violador de la misma en la mayoría o en lo que le convenga de todo su articulado.
Hoy se llama “prohibiciones absurdas” a toda o a una gran parte de los amarres totalitarios que la partidocracia militarista, hoy de corte y aliento fascista, mantiene sobre el pueblo de Cuba. De acuerdo con el general presidente designado en una línea de sucesión a todas luces voluntarista, los amarres serán revisados y aquellos que no representen un peligro para la precaria gobernabilidad totalitaria, serán removidos.
Entonces, lo que nunca cambiará será el irrespeto de este gobierno a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Tampoco se devolverá mansamente la soberanía al pueblo que seguirá en manos de una élite geriátrica militarista y cruel. Lamentablemente, “esto”, “esta gente” y el resto de las libertades ciudadanas, entrarán en el predio de las cosas que nunca cambiarán. Así, lo primero que debe ser borrado es “esto” y como elemento esencial, sacar cuanto antes a “esta gente” del espacio político cubano.