miércoles, 6 de abril de 2011

El totalitarismo y la represión: El escrutinio histórico


Como todo fenómeno político, los totalitarismos han tenido que responder a sus promesas, sus logros y sus costos. El balance histórico nunca ha sido positivo.


En algunos casos la ideología totalitaria desapareció. El Nacional Socialismo nazi pereció como consecuencia del fracaso militar ante los aliados en la Segunda Guerra Mundial. En el comunismo el proceso ha sido diferente. Fracasó en su batalla contra el capitalismo y la democracia. Tanto el terreno ideológico cómo en el del desarrollo económico.


La represión que pareció ser el instrumento esencial de la vanguardia proletaria en su marcha hacia el futuro, se convirtió en su propia ponzoña. La característica que desde Hannah Arendt hasta Jean Kirkpatrick se estudió como un rasgo esencial del sistema tuvo consecuencias fatales.


En el partido comunista la represión fue monopolizada siempre por un individuo. Representante de una minoría dentro de la minoría que la usó como el arma para defender sus intereses y privilegios.


La persecución, la vigilancia y la brutalidad policiaca que en un momento determinado fue justificada por fanáticos y simpatizantes, perdieron legitimidad entre muchos de ellos.


La dictadura del proletariado que se suponía era una etapa temporal del proceso se convirtió en la meta permanente, desplazando la inalcanzable llegada del paraíso comunista.


La institucionalización de la violencia en todas sus formas selló la suerte de la utopía marxista leninista. La revolución comunista se infringió su propia muerte.


Si lo analizáramos desde un punto de vista marxista, la represión impidió que la dialéctica intrínseca a todo proceso cumpliera su función regeneradora. La represión terminó impidiendo la evolución del sistema.


En la URSS la primera crítica oficial a la represión fue la denuncia en 1956 de los crímenes de Stalin por parte del nuevo dirigente del Kremlin Nikita Khrushchev. Aunque esta denuncia no detuvo la represión comunista si fue una señal freno al uso de las purgas contra miembros del partido. Fue el principio del revisionismo de todo el sistema.


Las víctimas del pasado o sus recuerdos regresaron como un dedo acusador. Los nuevos ciudadanos de la “sociedad sin clases” comprendieron que eran sujetos de la explotación de una Nueva Clase. El sistema comenzó a fracturarse tanto por dentro como por fuera.


Los millones de muertos, la falta de libertad y los traumas causados a generaciones completas empezaron a sobresalir sobre logros económicos y sociales. Los costos sociales y humanos no podían justificarse.


La experiencia demostró que la conformidad lograda por los regímenes totalitarios era una circunstancia temporal. Era el producto del terror, el adoctrinamiento, el desplazamiento o destrucción de la vieja cultura, la desintegración familiar etc.


En los totalitarismos que temporalmente alcanzaron un determinado nivel de conformidad social, la represión tendió a disminuir con el tiempo y cambió a formas más sutiles y menos violentamente abiertas. Ya no podía ejercerse contra los viejos enemigos. Habían sido derrotados y en muchos casos ya habían desaparecido.


Contradictoriamente tenía que aplicarse contra los miembros de la nueva sociedad socialista. Entonces las contradicciones debilitaron más a un sistema ya en crisis.


Continuará

0 comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Mensajes

ok

Follow me on Twitter

Archivo del Blog

Snap Shts

Get Free Shots from Snap.com