lunes, 4 de abril de 2011

EL TOTALITARISMO Y LA REPRESIÓN: DE STALIN AL MULÁ OMAR



La represión es una característica innata de los regímenes totalitarios. El régimen se condena cuando deja de reprimir. En el proceso de destruir la cultura pretotalitaria e imponer las nuevas ideas, el sistema exige que la obediencia sea absoluta. Por esta razón en su primera fase la represión es excesivamente brutal. Su objetivo no es castigar sino aterrorizar. Con el tiempo la represión debe tomar otras formas. Jean Kirpatrick plantea que:


“La principal tarea del totalitarismo es convertir la ideología en cultura…en la medida en que las nuevas creencias son aceptadas y, se establecen nuevos hábitos, debe declinar la necesidad de la represión por medio de programas agresivos de ´cambios en la manera de pensar´ y el castigo de los disidentes”.1


Independiente de la inclinación política de sus seguidores, el patrón totalitario se reitera en todos los tiempos. Uno de los totalitarismos más recientes es el de los talibanes. Cuando esta secta comenzó a apoderarse de Afganistán, después que los afganos habían derrotado al ejército invasor soviético, el objetivo del Mulá Omar, jefe de los talibanes, ha quedado resumido en las instrucciones de un oficial talibán:


“Ustedes deben convertirse en gente tan notoria por sus atrocidades que cuando lleguen a una zona la gente tiemble en sus sandalias. Cualquiera puede dar palizas y hacer morir de hambre o de sed. Quiero que su unidad encuentre nuevas formas de torturar tan terribles que los gritos aterroricen hasta los cuervos en sus nidos, e incluso si alguien sobrevive nunca pueda volver a tener una noche de sueño”. 2


Con ese fin los talibanes prohibieron: reírse en público, escuchar música, ver televisión o un video, jugar cartas o ajedrez y volar un papalote. Se pagaba con la muerte tener un libro que no fuera islámico. Prohibido tener fotografías. Se arrestaba a quien tuviera un pájaro enjaulado y se mataba al pájaro. Las mujeres no podían aparecer en los balcones de sus casas y las ventanas tenían que pintarse de tal forma que no pudieran verse desde afuera, etc.


El objetivo de los talibanes es el mismo que el del totalitarismo comunista: que una persona con dudas, inconforme o disidente “nunca pueda volver a tener una noche de sueño”.


La represión comunista no es tan retrógrada como la de los talibanes, pero igualmente perversa. Millones de seres humanos han sido sus víctimas. El 11 de abril de 2003 tres jóvenes cubanos fueron fusilados por intentar huir de Cuba robándose una embarcación. El castigo no tuvo relación con la ofensa. En realidad, el régimen no estaba interesado en corregir la conducta de los inculpados, sino en lograr un efecto paralizante en la población. Querían quitarle el sueño a quien pensara huir de Cuba haciendo lo mismo o algo parecido.


En uno de sus libros, Alexander Solzhenitsyn relata cómo las cuotas de arrestos se enviaban por telegrama desde Moscú a todos los pueblos de la URSS. En esos casos, primero se arrestaba a las personas y luego se les acusaba de un crimen social. Lo importante era sembrar el terror “revolucionario”.


En un pueblo donde habían hecho detenciones, pero faltaba llenar la cuota, el comisario recordó que en los alrededores había un campamento de gitanos, y con ellos cumplieron la exigencia.


Los comunistas camboyanos también dieron una demostración de la represión que practican las tiranías comunistas en sus principios o cuando se ven en peligro. En los cuatro años en que gobernaron Cambodia, de abril de 1975 a octubre de 1979, asesinaron a dos millones de personas.


Uno de los dos más grandes sanguinarios del comunismo fue Stalin: se le atribuyen 23 millones de muertos, entre los asesinados en las purgas y las víctimas de las hambrunas en Ucrania. Mao fue el más cruel de todos, responsable de la muerte de más de 49 millones de personas.

1) “Dictatorship and double Standards” Simon and Schuster, páginas 114 a 115
2) “The Sewing Machines of Herat” Christina Lamb, Perennial, página 9

Continuará...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno este artículo que muchos deberían leer.

5 de abril de 2011, 8:34
Anónimo dijo...

Sería bueno que los que no han vivido el totalitarismo o el talibanismo o los que viven y no reflexionan lean este artículo. La frase de la ideología se convierte en cultura es de una veracidad incuestionable.
Felicidades

5 de abril de 2011, 8:38

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