PUTIN ES EL BRAZO ARMADO DE PEKIN EN EUROPA
Por Huber Matos Araluce
Rusia libra la guerra, pero es China quien la sostiene. En Ucrania, Estados Unidos enfrenta al brazo armado de Pekín en Europa.
Rusia no es una superpotencia: China sí
Para entender el verdadero equilibrio de poder detrás de la guerra en Ucrania, basta con comparar dos cifras:
PIB de China (2025): más de 18 billones de dólares.
PIB de Rusia (2025): apenas 2,5 billones de dólares.
China es la segunda economía del mundo, una potencia tecnológica e industrial capaz de producir desde microchips hasta misiles hipersónicos. Lidera sectores como inteligencia artificial, infraestructura global, energía verde y telecomunicaciones.
Rusia, en contraste, es un exportador de materias primas con una economía dependiente del petróleo y el gas. Su aparato industrial no es competitivo sin componentes extranjeros, y su sistema financiero está aislado por sanciones internacionales.
Esta diferencia no solo revela una asimetría profunda, sino una dependencia estratégica: Rusia no puede sostener su guerra sin el respaldo económico y tecnológico de China.
Rusia depende de China para seguir en guerra
Desde 2022, Pekín ha ofrecido a Moscú todo lo necesario para sobrevivir al aislamiento occidental:
Componentes tecnológicos y herramientas industriales.
Chips, drones, sistemas electrónicos de uso dual.
Pagos internacionales en yuanes para eludir el dólar.
Compra de energía rusa con descuentos, garantizando liquidez.
Sin China, Rusia no podría producir armamento moderno, pagar salarios, ni sostener la logística de una guerra prolongada.
Rusia como proxy militar de China
Occidente comete un grave error si interpreta la guerra como un conflicto regional entre Rusia y Ucrania.
Rusia está luchando como el brazo armado de China en Europa.
Pekín ha convertido el frente ucraniano en una guerra indirecta contra Estados Unidos y la OTAN, sin movilizar tropas ni romper formalmente con el orden global.
China obtiene múltiples beneficios:
Desgasta a las democracias occidentales sin exponerse.
Desvía recursos militares de EE.UU. que podrían usarse en Asia.
Refuerza su posición como actor “neutral” ante el sur global, mientras avanza silenciosamente en su agenda geoestratégica.
Putin se presenta como el líder del conflicto, pero actúa como un ejecutor estratégico dentro de un tablero diseñado en Pekín.
El error de Putin y el eco mediático occidental
Desde el comienzo de la invasión, Putin ha apostado por una guerra larga, convencido de que Europa se fracturará y Estados Unidos priorizará otros escenarios. Y muchos medios occidentales han replicado esta narrativa como si fuera inevitable, describiéndolo como un maestro del ajedrez geopolítico que simplemente está esperando que el tiempo haga su trabajo.
Pero esa narrativa es falsa. Y repetirla es caer en la trampa del Kremlin.
En realidad, la guerra ha provocado una respuesta contraria a la esperada:
Europa ha cerrado filas en defensa de Ucrania.
Alemania, Polonia, Finlandia y los países bálticos se rearman y coordinan.
La OTAN se ha ampliado.
La UE está construyendo una industria militar autónoma y sostenible.
Putin no está ganando tiempo. Está perdiendo terreno y empujando a Europa hacia una confrontación para la cual ahora sí se está preparando.
Europa no se está debilitando, se está preparando
Putin creyó que Europa se agotaría. Pero en 2025, los hechos dicen lo contrario:
La guerra ya no se percibe como ajena, sino como existencial.
Las democracias europeas están aumentando su gasto en defensa a niveles no vistos en décadas.
Macron, Scholz y otros líderes ya no descartan enviar tropas si Ucrania colapsa.
La narrativa ha cambiado: defender Ucrania es defender Europa.
Europa no se rinde. Europa se blinda.
Si Trump quiere paz, debe hablar con Pekín
Si Donald Trump —o cualquier futuro presidente estadounidense— quiere lograr la paz, debe aceptar una verdad geopolítica:
La paz no depende de Moscú. Depende de Pekín.
Solo China puede cortar el flujo de tecnología, componentes y fondos.
Solo China puede forzar un cambio de cálculo en el Kremlin.
Solo China tiene el poder para convertir el desgaste en negociación.
Negociar con Putin es hablar con el operador.
Negociar con China es hablar con el arquitecto del equilibrio actual.
Reflexión final
En Ucrania, Rusia es el martillo. Pero la mano que lo empuña es China.
Si el mundo libre quiere detener esta guerra, debe dejar de hablar con el arma...
y empezar a confrontar al estratega que la sostiene desde las sombras.
San José, Costa Rica, 22 de mayo de 2025
🇬🇧 PUTIN IS BEIJING’S ARMED EXTENSION IN EUROPE
By Huber Matos Araluce
Russia is waging the war, but it is China that sustains it. In Ukraine, the United States is facing Beijing’s armed extension in Europe.
Russia is not a superpower—China is
To understand the real balance of power behind the war in Ukraine, just compare two numbers:
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China’s GDP (2025): over $18 trillion.
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Russia’s GDP (2025): barely $2.5 trillion.
China is the world’s second-largest economy—a technological and industrial power capable of producing everything from microchips to hypersonic missiles. It leads in artificial intelligence, global infrastructure, green energy, and telecommunications.
Russia, by contrast, is a raw material exporter with an economy dependent on oil and gas. Its industrial system cannot compete without foreign components, and its financial sector is isolated by international sanctions.
This disparity reveals not only a deep asymmetry but a strategic dependency: Russia cannot sustain its war without China’s economic and technological support.
Russia depends on China to continue the war
Since 2022, Beijing has provided Moscow with everything it needs to survive Western isolation:
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Technological components and industrial tools.
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Chips, drones, and dual-use electronic systems.
-
International payments in yuan to bypass the dollar.
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Discounted energy purchases, ensuring liquidity.
Without China, Russia would be unable to produce modern weaponry, pay salaries, or support the logistics of a prolonged war.
Russia as China’s military proxy
The West makes a grave mistake by interpreting the war as a regional conflict between Russia and Ukraine.
Russia is fighting as China’s armed extension in Europe.
Beijing has turned the Ukrainian front into an indirect war against the United States and NATO, without deploying troops or officially breaking with the global order.
China gains multiple advantages:
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It weakens Western democracies without direct exposure.
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It diverts U.S. military resources that could be used in Asia.
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It reinforces its image as a “neutral” actor before the Global South, while quietly advancing its geopolitical agenda.
Putin presents himself as the leader of the conflict, but he acts as a strategic executor on a chessboard designed in Beijing.
Putin’s mistake and the Western media echo chamber
Since the start of the invasion, Putin has bet on a long war, convinced that Europe will fracture and the United States will shift its focus elsewhere. And many Western media outlets have echoed this narrative as if it were inevitable, portraying him as a geopolitical chess master merely waiting for time to do the work.
But that narrative is false. And repeating it is falling into the Kremlin’s trap.
In reality, the war has triggered the opposite response:
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Europe has closed ranks in defense of Ukraine.
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Germany, Poland, Finland, and the Baltic states are rearming and coordinating.
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NATO has expanded.
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The EU is building an autonomous and sustainable defense industry.
Putin is not buying time. He’s losing ground—while pushing Europe toward a confrontation for which it is now preparing.
Europe is not weakening—it is preparing
Putin believed Europe would wear out. But by 2025, reality says otherwise:
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The war is no longer seen as distant—it is existential.
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European democracies are increasing defense budgets to levels not seen in decades.
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Macron, Scholz, and other leaders no longer rule out sending troops if Ukraine collapses.
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The narrative has changed: defending Ukraine is defending Europe.
Europe is not backing down. Europe is fortifying itself.
If Trump wants peace, he must talk to Beijing
If Donald Trump—or any future U.S. president—wants to bring peace, they must accept a geopolitical truth:
Peace does not depend on Moscow. It depends on Beijing.
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Only China can cut the flow of technology, components, and funds.
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Only China can force a change in the Kremlin’s calculation.
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Only China has the power to turn attrition into negotiation.
Negotiating with Putin means talking to the operator.
Negotiating with China means talking to the architect of the current balance.
Final Thought
In Ukraine, Russia is the hammer. But China is the hand that wields it.
If the free world wants to end this war, it must stop talking to the weapon...
and start confronting the strategist that holds it from the shadows.
San José, Costa Rica — May 22, 2025
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