miércoles, 29 de julio de 2009

Comandante Castro: infórmese bien antes de repetir disparates y no falsifique la historia


La verdad histórica
Farid Ayales, Ex ministro de trabajo

Los marxistas leninistas como el déspota Fidel Castro Ruz, se han encargado de falsificar la historia con la complicidad de los demócratas en muchos casos, quienes no han hecho las rectificaciones que corresponde, ni en su momento oportuno, ni después. Para no incurrir en el mismo error, mi comentario.

El editorial de Castro, cuyo extracto publica La Nación el jueves 23 de los corrientes, falsea la verdad histórica.

Los hechos. En enero de 1987, el dictador Daniel Ortega, quien había llegado al poder precisamente por un movimiento insurreccional armado contra Somoza, llenaba de insultos a Costa Rica y al presidente Arias. Daniel Ortega no tenía ningún interés en participar en las conversaciones que ya impulsaba el presidente Arias.

Desde mediados del 86, después de Esquipulas I, el presidente Arias intentaba normalizar las relaciones con el régimen sandinista, deterioradas a partir del incidente de la embajada de Costa Rica en Managua por el caso Urbina y se me había ofrecido la embajada en Managua.

Los insultos de Ortega al presidente Arias, impidieron que las relaciones se normalizaran desde esa época. Recordemos aquellas frases insultantes del dictador por lo de la huelga en Limón.

El Presidente congeló mi nombramiento, ¡antes de haberlo hecho! Al respecto, decía don Alfredo Vargas Fernández que era el nombramiento más breve que había existido en la historia diplomática de Costa Rica.

Cuando el presidente Arias presentó a los centroamericanos su Plan de Paz en el teatro Melico Salazar, los sandinistas se excluyeron, por totalitarios, y porque no querían hablar de paz ni reconciliación

En marzo de 1987, el presidente Arias me envió a Nicaragua en compañía de los distinguidos señores Enrique Obregón y Abel Pacheco.

Estuvimos tres días en Managua presentándoles el Plan de Paz a los sandinistas, quienes nos recibieron, pero nunca nos escucharon. En esa oportunidad, me entregaron el beneplácito como embajador, hecho insólito en la historia de la diplomacia.

Comencé mis conversaciones con los sandinistas, con el objeto de darles a conocer el Plan de Paz y que quitaran la demanda que tenían contra Costa Rica en La Haya, por el supuesto apoyo que nuestro país brindaba a la “contra”.

La reunión de Esquipulas II, prevista para finales de junio, se suspendió, aduciendo los sandinistas que el Gobierno de Estados Unidos había invadido Panamá, lo que resultaba inaceptable. Me entrevisté con Ortega y le hice ver la importancia de que participaran en Esquipulas. El mensaje que llevé del presidente Arias sobre la participación de Ortega en Esquipulas II fue tan enfático, que cuando lo transmití a los nueve comandantes en la Casa de Gobierno, temí por mi seguridad personal.

Al final, convencimos a Ortega de asistir a Esquipulas II en Guatemala y preparé la llegada del presidente Arias a Nicaragua, quien recorrería Centroamérica el 26 de julio (ironía o coincidencia), impulsando el Plan de Paz.

Cuando llegó el presidente Arias el 26 de julio, después del agravio de Ortega, quien, manejando su propio jeep , lo pasó por barrios pobres que le gritaban a Arias que dejara en paz a Nicaragua, nos reunimos en una casa de protocolo en las afueras de Managua.

El presidente Arias les preguntó a Ortega, Borges, Sergio Ramírez y Bayardo Arce, acompañados por la embajadora Chamorro, qué les había parecido el Plan de Paz. Los sandinistas, después de cinco meses, no lo habían leído, lo que llevó al presidente Arias a pedirle a mi amigo Álvaro Ramos, que les leyera en voz alta el Plan de Paz.

Ortega siguió insultando al presidente Arias. Cuando llegamos a Guatemala, el Presidente me dijo: “¿No es que tenías esto arreglado? No parece que vaya a salir nada. Ocupate de lo de la demanda en La Haya.” Me dio mucha pena, pero seguimos adelante.

Humberto Ortega me había prometido que contra el criterio de D’Escoto, quitarían la demanda en La Haya y yo confiaba en la palabra de Humberto. Al final tuve razón.

Boicot sandinista. No fue como dice Castro citando a Ortega, que el presidente Arias excluyó a los sandinistas. Ellos torpedearon el Plan de Paz desde el principio y solo la inteligencia y tenacidad del Nobel hicieron posible la participación de Ortega. Esquipulas I fue en agosto del 86 y no del 87, como señala Castro.

El presidente Arias se opuso al Plan Reagan e hizo prevalecer el Plan de Paz. Arias impidió la aprobación de cientos de millones de dólares para la “contra” en Honduras. Los sandinistas se vieron obligados a firmar porque, como hoy, fracasaron en su intento de imponer un régimen totalitario en Nicaragua.

Así que, comandante Castro, infórmese bien antes de repetir disparates y no falsifique la historia. Óscar Arias, es un intelectual de fuste, demócrata convencido y premio Nobel de la Paz. Usted, un simple tirano.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Farid Ayales, la genialidad de la Propuesta de paz y un plan de paz en Centro America en la decada de los 80" nacio de la mente y cuerpo del ex-presidente de Guatemala {VINICIO CEREZO} nadie se traga el cuento de un plan Arias, que nunca existio, adjudicarle el premio a una sola persona, cuando fue un trabajo laborado por mas de 300 personas que acompanaron a los 5 presidentes en ese entonces es lamentable, digame ?que ha hecho Obama para recibir el premio de la paz eh? cuando autoriza a seguir bombardeando a Libia, que persona que ama la paz, puede pensar asi digamelo por favor, JAMAS RECUERDE, HUBO UN PLAN ARIAS, POR QUE EL VERDADERO PLAN SE LO ROBARON A VINICIO CEREZO EL VERDADERO PACIFICADOR E INVENTOR DE TAL JESTA EN CENTROAMERICA, NO ESCRIBA COSAS ABSURDA QUE LA MAYORIA DE CENTROAMERICANOS YA CONOCEMOS OK, BYE.

13 de julio de 2011, 17:58

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