lunes, 6 de julio de 2009

EL FRACASO DE TV MARTI: LAS NUEVAS REALIDADES Y EL CID


Wilkinson acababa de irse de mi casa. Me había advertido que algo serio me podía pasar. 

Nunca le había hablado en detalle del proyecto de la Voz del CID ni de TeleCID, ni del fracaso de TV Martí, pero él siempre parecía saberlo todo.

Quedé preocupado. Cuando un agente de inteligencia te quiere decir algo de lo que no puede hablar, te lo dice indirectamente. El mensaje está en las preguntas o en los comentarios. Wilkinson implicaba que alguien había “plantado” la información en Washington de que yo era un agente castrista. 

Si me lo decía estaría traicionado a la CIA y a su país; si no me alertaba, estaría traicionando a un amigo. Esa desinformación tenía que haber sido cuidadosamente plantada para que no se dudara de su autenticidad. 

 Me parecía una acusación estúpida, pero no podía subestimarla, en un mundo en el que la duda es el arma de la supervivencia y la confianza el mayor de los peligros.

La Fundación Cubano-Americana podía ser el origen de esta patraña. Hasta ahora Mas Canosa nos había hecho la guerra acusándome con el FBI de que yo quería atentar en su contra, o usando al representante Dante Fascell y quién sabe a quién más en Washington, para descarrilar nuestros proyectos de radio y televisión a Cuba. 

 Aunque ellos habían decidido sacarme del medio, me inclinaba a pensar que lo de mi supuesta condición de espía era una operación de Seguridad del Estado de Cuba.

Tal vez usaron a alguien de la Fundación o a un doble agente en el FBI. No podría enterarme por el momento ni podía ponerme a divagar. Quienquiera que fuera, era el enemigo y se encontraba muy cerca.

Era una situación nueva en mi experiencia. Meses atrás, de Washington me habían solicitado permiso para estudiar la seguridad de mi casa. No me explicaron mucho. Tendrían sus razones, y en estos asuntos uno no anda preguntando; se agradece el interés por la seguridad de la familia y se espera los resultados. 

Al cabo de varios días me dieron sus recomendaciones. También me dijeron que alguien entraba y salía por la noche de la casa. Me alarmé hasta que descubrimos que el infractor era Esteban, el mayor de los hijos, que había inventado una forma de escabullirse sin permiso y salir y entrar cuando estábamos dormidos. 

¿Por qué les molestaba yo tanto a la Fundación y sus aliados en Estados Unidos? 

¿Qué importancia tenía Huber Matos hijo para justificar tanto asedio y tanta intriga? 

Para entenderlo hay que conocer la historia de nuestro movimiento político, Cuba Independiente y Democrática. (CID)

Por primera vez en el exilio una organización, el CID, había nucleado en forma organizada y disciplinada a miles de activistas cubanos, tanto en los Estados Unidos como en Latinoamérica, incluso en Europa. 

Eran gente con nivel, dedicada, idealista, que admiraba a mi padre y compartía con él el ideal de una Cuba con progreso y justicia social, una Cuba amiga de los Estados Unidos pero no sometida a Washington.

En 1979, al salir de la cárcel, mi padre había dicho que lo primero que teníamos que hacer era ganar la lucha ideológica, y que cuando llegara el momento las Fuerzas Armadas apoyarían al pueblo y el cambio vendría. 

Su prestigio dentro de Cuba y las transmisiones de la Voz del CID motivaban a miles de cubanos en la isla. La audiencia crecía y teníamos noticias de personas interesadas en organizarse, pero preferíamos que la gente trabajara en pequeños grupos aislados, o simplemente que fueran simpatizantes. Tenían que evitar la infiltración de la Seguridad del Estado porque en esos momentos lo importante era la siembra de ideas y de esperanza. 

La voz del CID había comenzado a transmitir sus programas de radio desde Miami en 1981. Mi hermano Rogelio, ingeniero eléctrico especializado en circuitos digitales, era quien la dirigía. Con otros compañeros del CID usaban transmisores que movían con frecuencia de un lugar a otro, donde ya tenían antenas dirigidas hacia Cuba. Era un juego de gato y ratón con la FCC (la Comisión Federal de Comunicaciones). Poco a poco la FCC iba cercando a Rogelio y a su grupo. Él me iba comentando que el espacio de maniobra se les reducía. Llegaron las notificaciones legales y Rogelio me dijo: hay que salir de los Estados Unidos.

Me monté en un avión hacia un país latinoamericano sin la menor idea de lo que iba a pasar. No teníamos el apoyo del gobierno estadounidense y hacia donde volaba solo conocía a algunas personas. Tenía el nombre de mi padre y eso abría las puertas mejor que nada.

Llegué temprano y un oficial me anunció por teléfono. 

-Mi coronel, aquí está un señor que se llama Huber Matos y dice que quiere hablar con usted.

-Huber Matos…el cubano.

-Sí mi coronel, dice que es el hijo mayor y que se llama igual.

- Teniente, tráiganlo a mi oficina.

Continua en EL FRACASO DE TV MARTI: LAS NUEVAS REALIDADES Y EL CID (II)

1 comentarios:

Diego dijo...

Estimados, desde sudamericana también existen personas dispuestas a liberar la isla. Que Dios los bendiga.

21 de septiembre de 2011, 14:31

Publicar un comentario

Seguidores

Mensajes

ok

Follow me on Twitter

Archivo del Blog

Snap Shts

Get Free Shots from Snap.com