viernes, 8 de mayo de 2009

David y el altar de la estupidez


En una carta a su amigo Max Born, premio Nobel de física en 1954 y uno de los responsables del desarrollo de la mecánica cuántica, Albert Einstein le escribía que: “todo el mundo de vez en cuando tiene que sacrificarse en el altar de la estupidez”. Con las prohibiciones al acceso del Internet contra los cubanos que viven, no a los que visitan a Cuba, la dictadura sigue sacrificando en ese altar de la estupidez a la nueva generación y al futuro de la nación.

La razón es que un régimen que se sostiene por el miedo y la mentira, teme el desafío y la verdad. Aunque quienes lo han retado sean un grupo muy pequeño de ciudadanos que han asumido la responsabilidad de informar al mundo. Lo han logrado escabulléndose entre los turistas para enviar al exterior notas digitalizadas de sus vidas: lo que viven y lo que ven. Siempre bajo el acecho de los represores, a un paso de las vejaciones y la prisión. Yoany Sánchez es la más conocida exponente de esta lucha desigual entre David y Goliat.

Parecería inexplicable que en una isla donde se encuentran representantes de las mayores agencias y medios de información del mundo democrático, sea necesario que un grupito de cubanos tenga que arriesgar su libertad y su tranquilidad para enviar clandestinamente pasajes del acontecer cubano. La razón es muy sencilla. Por demasiados años esos representantes de la prensa extranjera en Cuba han pagado al régimen con su incondicionalidad. Todo en contubernio con sus casas matrices, que también han participado en esa nefasta complicidad mediática para no ceder terreno a sus competidores.

En casos de dignidad profesional excepcional, el periodista “transgresor del pacto”, el que no ha cumplido el compromiso de reportar a medias, callar lo muy incomodo a la dictadura y siempre beneficiarla en alguna forma en sus envíos, ha sido obligado a salir del país. Casos que se pueden contar con los dedos de una mano.

Sabemos que el fracaso del régimen es tan evidente, que la prensa extranjera ha comprendido que su complicidad de ayer puede perjudicar gravemente su credibilidad futura. Veamos cómo se comportan ante este atropello contra sus humildes y perseguidos colegas cubanos.

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