Venezuela hacia el abismo
Las últimas medidas confiscatorias en Venezuela obedecen a un plan para radicalizar el proceso. Las razones son: el factor Obama, los precios del petróleo y la crisis en Cuba.
No ha sido otro sino Chávez quien ha repetido hasta la saciedad que su padre político es Fidel Castro. Sus frecuentes viajes a Cuba no tienen paralelo en la historia política en Latinoamérica. Hasta Carlos Lage lo declaró uno de los dos presidentes de Cuba. En reciprocidad Castro es uno de los dos presidentes de Venezuela: el presidente secreto.
La simbiosis es vital para ambos. El descredito de la “revolución” ha dejado al castrismo sin leitmotiv y por eso se abraza a la cruzada del socialismo del Siglo XXI, aunque nadie sabe lo que es. Sin el petróleo venezolano el régimen en la isla entraría en crisis terminal. La contraparte es que Chávez pretende representar a los pobres como el legítimo heredero del populismo fidelista, pero aun más importante, para afianzarse en el poder, él necesita la experiencia del aparato represivo castrista y a miles de profesionales cubanos participando en programas sociales en Venezuela.
El factor Obama. La impopularidad de Bush hacía rentable la incontinencia verbal de Chávez contra los Estados Unidos. Ya no. Obama es más popular que el propio Chávez en Venezuela y sin duda, mucho más popular que cualquiera de los dos Castros en Cuba. Sin ese enemigo Chávez rápidamente necesitaba otro: el capitalismo explotador. Con la reciente ola de confiscaciones los pobres de Venezuela están encantados de que desplumen a los ricos.
Los precios del petróleo. En Venezuela ingresan mucho menos petrodólares que antes y las reservas de 50,000 millones de dólares se agotarán. Las dificultades económicas podrían convertirse en inmanejables dentro del contexto de democracia simulada en que viven los venezolanos. Por esta razón hay que radicalizar el proceso y comenzar la guerra. No importa si las confiscaciones empeoran la situación. Para Chávez y para Castro lo fundamental es el control político. De los problemas económicos siempre se pueden culpar al enemigo. Además, mientras más trabajadores tengan como patrono al estado más control habrá sobre ellos. De paso la ofensiva contra el capitalismo dejará a los activistas de la oposición sin respaldo económico.
La crisis en Cuba. La pesadilla del castrismo es la pérdida del control sobre Venezuela y su petróleo. Un Chávez gobernando una Venezuela semidemocrática, es un peligro. Por esta razón Chávez tiene que tomar el control total. Para sostener la dictadura en Cuba hacen falta más recursos que solo pueden venir de Venezuela. Siempre y cuando Venezuela se radicalice y Chávez no tenga que justificar más ayuda a la isla.
En el marco de la delirante ortodoxia castrista no hay posibilidad de progreso económico, pero eso a Fidel no le importa. Lo que le importa es mantener el control hasta su muerte. Un enfrentamiento en Venezuela refuerza el dogmatismo senil de Castro en Cuba. Sus ataques a la OEA, respaldados por las de su hijo político venezolano, no son casualidad.
0 comentarios:
Publicar un comentario